En la Eucaristía celebrada este 26 de diciembre en la Catedral de Málaga en la festividad de la Sagrada Familia, el Obispo de Málaga, Jesús Catalá, se ha dirigido a los matrimonios cristianos a quienes ha invitado a anunciar de forma urgente el Evangelio de la familia: «Las familias cristianas estáis llamadas a proclamar el amor de Dios que se hizo hombre, murió por amor a nosotros en la cruz y nos trajo la salvación»
En la Jornada por la Familia y por la Vida, el prelado ha recordado que «si solo busco mi propia felicidad, en vez de procurar la felicidad del otro, eso no es amor. La sociedad llama “amor” a algo que no lo es: la búsqueda individual de la propia felicidad, la simple búsqueda del placer propio. El anuncio del Evangelio de la familia debe despertar «la adhesión del corazón con la cercanía, el amor y el testimonio» (EG, 42); debe hacerse a todas las familias y en todos los lugares y ocasiones (cf. EG, 23); debe suscitar y avivar la fe, invitando a la conversión y a un «crecimiento en el amor» (EG, 161).
Mons. Catalá ha felicitado de forma especial a los esposos que celebran sus 25 o 50 años de matrimonio: «Pidamos al Señor que sostenga a todas las familias, para que puedan vivir a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret; para que anuncien con valentía el Evangelio de la familia; y para que renueven con su vida y ejemplo la institución familiar, enriqueciéndola e iluminándola a la luz de Jesucristo».
El obispo también ha señalado los problemas actuales que sufre la institución familiar como la falta de cuidado de los mayores, y lo ha hecho contando una experiencia propia: «Cuando visito residencias de mayores resulta doloroso escuchar que alguna persona de dice: “Aquí estoy muy bien cuidada; pero tengo cuatro hijos y no vienen a verme”; y diciendo esto, se le caen dos lágrimas de sus ojos. ¿Qué hacemos con nuestros mayores? Necesitan amor, afecto, cariño».
También ha advertido sobre la devaluación del concepto familiar: «Se pretende demoler la institución de la familia, para rebajarla a un simple acuerdo efímero de convivencia entre personas, mientras duren ciertos sentimientos; y cuando terminan esos sentimientos, termina la convivencia. Apoyar esta institución en tan débil base es destruir su fortaleza y quitarle su valor social y su aportación como célula base y fundamental en nuestra sociedad. Además de debilitar a la familia basándola únicamente en efímeros sentimientos, existe otro elemento pernicioso consistente en llamar “matrimonio” a cualquier tipo de unión entre personas. De ese modo se vacía el contenido del “matrimonio”, cuya misión es la función y el don de la maternidad, generada solamente por la unión del varón y de la mujer».
El de la Navidad es, para D. Jesús, un mensaje propicio para fortalecer la familia: «La vivencia del misterio de la Navidad –afirmó– reanima nuestra esperanza y fortalece nuestra concepción de la familia, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. De ese modo las familias cristianas pueden «construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios» (AL, 6), convirtiéndose en verdaderos testigos. Cada familia cristiana es siempre una luz, aunque sea débil y pequeña, en medio de la oscuridad de nuestro mundo».