Migrantes que quieren solicitar asilo siguen en la calle en Melilla

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Un grupo de personas que ha manifestado su deseo de solicitar asilo en España ha quedado atrapado en situación de calle y total indefensión en Melilla. La causa: un cambio en el sistema de citas, como denuncia la Delegación Diocesana de Migraciones. Les están auxiliando ciudadanos, en su mayoría creyentes.

«Venimos porque nos han extorsionado en nuestro país. Mi marido vino antes que yo y está en el CETI, pero a mí no me dejan ingresar. No tengo acceso a un baño, tengo que dormir en la calle. Nos dicen una cosa y luego es otra. No nos dan nada». Así expresa Jenny, una de las afectadas, la situación que está viviendo. «Debido al cambio en el sistema de citas de asilo (antes presencial, ahora de forma telemática), las personas solicitantes obtienen un resguardo de cita que el CETI no está admitiendo como manifestación de voluntad, en contra del criterio expuesto por parte de las autoridades policiales competentes. Una falta de coordinación entre Administraciones que está provocando la vulneración del derecho al asilo y una deshumanización de nuestras instituciones», afirma el comunicado de la Delegación de Migraciones, que explica que «se ha improvisado un pequeño asentamiento en las inmediaciones del CETI, sin ningún tipo de asistencia, ni acceso a los servicios mínimos. Algunas de ellas requieren asistencia médica».

Entre estas personas hay algunas procedentes de Venezuela, Colombia y Mali. Uno de los malienses es Barry, quien desea solicitar asilo en España para escapar de la guerra que vive su país desde 2012.

El jueves, debido a las fuertes lluvias, la Ciudad Autónoma los hospedó por una noche en una pensión.

La Diócesis, que a través de esta delegación ha expresado su solidaridad y apoyo, manifiesta también su preocupación por «la falta de respuesta por parte de la Administración, que tiene el deber de coordinarse con todas las autoridades competentes e incluso permitir y fomentar la cooperación ciudadana, para evitar que se den estas situaciones injustas y contrarias al bien común».  La Diócesis agradece «a todas las entidades sociales -entre las que se encuentra la Iglesia en Melilla-, que están acompañando y tratando de atender las necesidades de nuestros hermanos».

Fernando Moreno, diácono permanente, voluntario de la Delegación y presidente de “Despuntes de Primavera” y su proyecto “Geum Dodou”, es rostro de muchos otros cristianos sensibles a esta situación. Él cuenta que «llevamos ya cerca de tres años acompañando a las personas migrantes. Les hemos facilitado tiendas de campaña para no pasar la noche al raso. Estamos pendientes de su situación y necesidades. Pero nos preocupa mucho qué va a pasar con ellos, que Melilla se convierta en una “ratonera”. Las citas tardan mínimo un mes, ya están cerradas hasta mayo, y no se les da solución mientras tanto. Como católicos, vemos que nuestra conversión pasa por acercarnos a los que sufren, que las llagas de Cristo son estos hermanos y hermanas nuestros».

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