Miércoles de Ceniza 2025 (Catedral Málaga)

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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga el Miércoles de Ceniza 2025.

MIÉRCOLES DE CENIZA

(Catedral-Málaga, 5 marzo 2025)

Lecturas: Jl 2, 12-18; Sal 50, 3-6.12-14.17; 2 Co 5, 20 − 6, 2; Mt 6, 1-6.16-18.

1.- Comenzamos hoy la Cuaresma, tiempo de preparación para la Pascua; tiempo de mayor escucha de la Palabra de Dios. Con este motivo deseo invitaros a leer completo el evangelio de san Lucas desde hoy hasta la Pascua; sugerimos este evangelio porque estamos en el ciclo litúrgico “C”, en el que se lee mayormente este evangelio. El año pasado os invité a leer el evangelio de san Marcos. Aunque la lectura sea en particular, en familia o en comunidad, sabremos que toda la Diócesis está leyendo el mismo evangelio; incluso podremos preguntarnos unos a otros cómo va la lectura.

La Cuaresma es también tiempo de conversión; de actualización de nuestro bautismo. El próximo domingo haremos la recepción o “rito de elección” de los catecúmenos que se preparan para recibir el bautismo en la Pascua; los que ya hemos recibido el bautismo tenemos una ocasión preciosa para renovar la gracia bautismal, agradeciendo a Dios que nos haya hecho hijos suyos adoptivos, asumiendo los compromisos bautismales.

La Cuaresma es tiempo asimismo de reconciliación con Dios y con los hermanos, como nos exhorta san Pablo (cf. 2 Co 5, 20 − 6, 2).

La Cuaresma es como un tiempo sacramental de cuarenta días, donde se celebran de manera especial los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía).

El pueblo cristiano realiza el nuevo «éxodo», desde la esclavitud a la libertad, desde el desierto a la tierra prometida, desde el pecado a la conversión, recorriendo todo el itinerario cuaresmal. Somos peregrinos de esperanza como nos ha recordado tantas veces el papa Francisco.

La piedad popular invita en este tiempo cuaresmal a meditar los misterios de la humanidad de Cristo, sobre todo su Pasión y Muerte. Es bueno hacer el ejercicio de piedad que llamamos “Viacrucis”, acompañando al Señor en su pasión y oblación por nuestros pecados. 

2.- Pero la Iglesia nos pide que no nos quedemos contemplando solo la muerte de Jesús, sino que abramos nuestros corazones a la gracia de Dios, para celebrar con alegría el triunfo pascual de Jesucristo sobre el pecado y la muerte, como dice san Pablo: «Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido absorbida en la victoria» (1 Co 15, 54).

Miremos, queridos hermanos, hacia la Pascua de salvación, la Pascua de la redención, la Pascua de la luz y de la alegría, la Pascua de resurrección. No perdamos el sentido y la orientación de la Cuaresma, que mira hacia la Pascua. Precisamente el evangelio de san Lucas está impregnado de un hilo conductor: “Vamos a Jerusalén”; porque allí se realiza la Pascua del Señor.

Jesucristo, muerto y resucitado, es el garante de nuestra esperanza en la promesa del Padre de participar en la vida eterna prometida, según el evangelista Juan: «Yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10, 28).

3.- El tiempo cuaresmal nos invita a recurrir más frecuentemente a las «armas de la penitencia cristiana», que son: la limosna, la oración y el ayuno (cf. Mt 6, 1-6.16-18).

Las tres forman como un trípode; si falla alguna de ellas se cae. Hay que hacer una oración más intensa, una limosna más significativa y un ayuno más especial. Con estos tres “apoyos” podemos celebrar una fructuosa Cuaresma.

Jesús nos exhorta a vivir con rectitud ante la mirada del Dios-Padre, sin presumir ante los hombres: «Cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti» (Mt 6, 2); «cuando oréis, no seáis como los hipócritas» (Mt 6, 5); «cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas» (Mt 6, 16).

4.- El papa Francisco nos ha dirigido su Mensaje para esta Cuaresma centrando su reflexión en consonancia con el Jubileo 2025, que nos invita a ser “Peregrinos de Esperanza”.

Y nos dice: “Todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿Cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?” (Francisco, Mensaje para la Cuaresma de 2025). Planteémonos estos interrogantes para celebrar mejor la Cuaresma que hoy comenzamos.

Caminar juntos implica trabajar por la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3, 26-28), ser artesanos de unidad, ir codo a codo con el hermano sin dominar ni excluir al otro (cf. (Francisco, Mensaje para la Cuaresma de 2025)).

5.- Somos peregrinos que caminamos hacia la patria celestial, nuestro destino definitivo; pero que debemos construir el Reino de Dios, anticipándolo ya en este mundo; porque el reino definitivo no ha llegado, pero lo vivimos en esperanza.

Y para vivir en esperanza es necesario ver la realidad humana, social, política, y actuar en consecuencia. El Papa nos invita a buscar caminos de liberación de las situaciones de pecado y de falta de dignidad humana, dejando que la realidad concreta nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide.

Vea cada cual cómo debe transformar la realidad humana y social, llevando a cabo acciones concretas con quienes más lo necesitan: enfermos, mayores, migrantes, necesitados, no-nacidos, despreciados y excluidos; y haciendo de la Iglesia un lugar de encuentro, fomentando el diálogo y la comunión dentro de la diversidad eclesial.

6.- A continuación, haremos el hermoso rito de la imposición de la Ceniza, propio de día. Es un gesto sencillo que pide la actitud de un corazón penitente, llamado a pedir perdón de sus pecados, a convertirse y a iniciar el itinerario cuaresmal.

Pidamos al Señor que nos conceda un corazón limpio y convertido a su amor, para vivir con fruto esta Cuaresma y gozar de la libertad de los hijos de Dios.

Y que la Santísima Virgen María nos acompañe en este camino cuaresmal, con la esperanza de gozar en la Pascua de resurrección. Amén.

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