«Mi conversión llegó gracias a lo que mis padres rezaron»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

José Mª Zavala y Paloma Fernández presentan hoy, a las 19.00 horas, en la Cofradía de Los Estudiantes (en calle Alcazabilla), su obra “Un juego de amor”. En este libro, que también presentaron en la parroquia del Calvario de Marbella, cuentan cómo el Padre Pío les acercó de nuevo a Dios.

“Un juego de amor”, un título muy sugerente, ¿qué nos cuentan?

Lo que hacemos es parafrasear al Padre Pío, que resumía toda su vida de sufrimiento diciendo que todo es un juego de Amor con mayúsculas, de amor a Dios y de amor de Dios al prójimo. Esta obra recoge el testimonio de la acción de Dios en nuestras vidas. Nuestra vida da un vuelco el 5 de agosto del año 2009. Yo (José María) tengo una conversión de esas que se llaman “tumbatibas”, empiezo a llorar como un niño pequeño durante casi tres horas, por haber ofendido a Dios durante tantos años y con tanta indiferencia. A partir de ahí hay un antes y un después.

Y, ¿cómo conocieron al padre Pío?

Pues de una forma muy curiosa. Gracias a unos amigos que nos invitaron a ver la película “Padre Pío”, producida por la RAI. Mientras íbamos de camino en el coche, le comentaba a Paloma que menudo rollo nos esperaba, una película sobre un fraile que dura tres horas, “¡lo que hay que hacer por amistad!”. Pero nos atrapó, hasta el punto de embarcarnos en un viaje a San Giovanni Rotondo, donde vivió 52 años de su vida. Allí entrevistamos a personas que todavía viven y que trataron al padre Pío. Y así surgió este libro.

Lo presentan como un instrumento al servicio de las familias y los matrimonios, ¿por qué?

Así lo hicimos, como un instrumento para acercar a las almas a Dios y a la Santísima Virgen. Yo (José María) me encontraba sumido en un proceso de nulidad matrimonial, en el que llevaba nueve años; a punto estaba de arrojar la toalla, gracias a Dios no llegué a hacerlo. El 5 de agosto de 2009 estábamos viviendo en pecado, con dos hijos en común, de 8 y 7 años en aquel momento. Estoy convencido de que mi conversión llegó gracias a todo lo que mis padres rezaron por mí. En ese momento hablo con Paloma y le digo que tenemos que vivir en castidad, tenemos que cambiar de vida. Ella se quedó perpleja, pensaba que había dejado de quererla, pero no era así. Nos fuimos juntos a confesar, pedimos perdón al Señor, buscamos un director espiritual y comenzamos a vivir una vida nueva. Abrimos el corazón a Cristo.

Encarni Llamas Fortes

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