Manuel Lozano es uno de los sacerdotes diocesanos que está sirviendo en Caicara del Orinoco. A sus casi 31 años de vida sacerdotal, ha pasado 21 de ellos entre los más pobres, en Venezuela.
¿Cómo se siente amigo fuerte de Dios en mitad de la pobreza?
Cuando Dios y su Reino se convierten en el tesoro más preciado y el absoluto de mi vida, y todo lo demás ocupa el puesto que le corresponde (supeditado al bien supremo, importante en tanto en cuanto me llevan al fin último y no me apartan de él) es cuando me siento fuerte en medio de mis debilidades y toda clase de pobrezas exteriores, que aunque puedan perturbar y «mover el piso» en numerosas ocasiones por el miedo a enfrentarlas o porque me sobrepasan, no han de afectarme en la esencia y opción fundamental de mi vida, porque me sostiene el Amor de Dios y me apoyo en su misericordia infinita.
¿Cómo se transmite esa fortaleza a la gente que peor lo está pasando?
Cuando la gente que lo pasa mal en cualquier circunstancia de su vida perciben cercanía, compañía, comprensión, respeto, ayuda desinteresada, trato digno, en definitiva: gestos de amor hacia su persona, y ven en ti una persona «humana», que se siente «afectada» por lo que le pasa, y ven que tú mismo pasas por circunstancias similares a las suyas, pueden sentir que no están solos en su dolor, abrigar esperanzas de que hay salida y hasta descubrir la presencia de Dios en medio de sus dificultades. Además de transmitirles, si se abren a ello, la fuerza más poderosa que sólo da el Evangelio y la persona de Jesucristo, respuesta definitiva y existencial a todos los interrogantes de la vida.
Encarni Llamas Fortes