Mariela Martínez, O.P. (Jaén, 1966), directora del Colegio Mayor Santo Domingo de Granada, se traslada todas las semanas a Málaga para dar clase en el Seminario y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo. Esta religiosa dominica, doctora en Teología, también es farmacéutica y ha impartido durante más de diez años Biología y Química en los centros educativos de la Congregación de Santo Domingo. Para Mariela «es un lujo venir a Málaga y contribuir a formar a los futuros líderes pastorales de la Diócesis y a personas que quieren crecer en su fe y formarse».
–Desde hace tres años, cada semana se traslada a Málaga para impartir clases. ¿Qué destaca de sus alumnos?
–Para mí es todo un lujo. Por un lado, los seminaristas son chicos muy ilusionados con su vocación, participan activamente en la formación que la compaginan con su actividad pastoral. El estudio de la Biblia a través de las asignaturas que imparto, les lleva a entrar en contacto, reflexionar, profundizar en la Palabra de Dios. Para mí, estar formando a los que van a ser líderes pastorales de una Diócesis, es una gozada. Por otra parte, en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo tengo la oportunidad de compartir con laicos y religiosas la reflexión de la fe. Son gente muy abierta cuyo único interés es formarse y crecer en la fe y eso es muy satisfactorio.
–Religiosa, profesora y farmacéutica, es bastante curioso.
–Forma parte de mi historia personal. En mi familia hay tradición farmacéutica y yo me he criado en ese ambiente. A lo largo de mi formación académica he creído que esta mentalidad científica me ha ayudado a hacer una síntesis personal entre la fe y el mundo actual. Es lo que he intentado transmitir a lo largo de mis años de docencia, diez años impartiendo clases de Biología y Química a los alumnos de 2º de BUP y COU en nuestros colegios. En este momento compatibilizo mis clases de Biblia en Málaga con la dirección del Colegio Mayor Santo Domingo de Granada.
–Por lo que nos cuenta, para el carisma dominicano es muy importante el estudio.
–Para nosotras, el estudio forma parte de nuestra dimensión contemplativa, de nuestro carisma. Especialmente, el estudio de la Palabra. Nuestro lema es la predicación de la Palabra y para hacerlo posible hay que estudiar y formarse para después predicar. Por eso, después de la licenciatura en Estudios Eclesiásticos hice la especialidad en Teología Bíblica y el doctorado, para el que elegí el tema del discipulado. Para los religiosos dominicos, el estudio es una actividad que llega a ser oración. Es curioso pero, en nuestras Leyes, el prior o la priora de casa sólo te dispensa del rezo de la Liturgia de las Horas para que estudies.
–Un consejo para los seglares, padres y madres, que estudian en el ISCR San Pablo.
–Yo creo que el mejor consejo es que permanezcan. Comprendo que los laicos lo tienen complicado para sacar tiempo de estudio. Una madre de familia con niñas pequeñas no lo tiene nada fácil, pero la clave es permanecer, aunque haya etapas en las que tenga que retirarse, pero sin abandonar y manteniendo el entusiasmo. Hoy día cada vez son más numerosos los medios técnicos que se nos ofrecen, que pueden ayudar a la formación, a través de internet, las redes sociales… Y nunca olvidar que la Palabra de Dios es clave para dinamizar la vida del creyente. La Palabra nos despierta, nos ayuda a leer los acontecimientos que vivimos, es clave para vivir con sentido y eso no tiene precio.
BAJO EL SOL
No había posada para ella.
«Yo vivía en Úbeda, pero nací en Jaén. A mi madre le ocurrió algo parecido a lo que le ocurrió a la Virgen María, salvando la distancias, que no había lugar en ninguno de los hospitales de Úbeda y se tuvo que marchar a Jaén».
Una persona inquieta.
«Creo que siempre fui una niña con inquietud religiosa. Participaba en los grupos de fe del colegio, y en todas aquellas actividades que tenían un claro matiz religioso. Estando en COU me invitaron a la profesión perpetua de una hermana y allí fue donde realmente experimenté esa llamada de «y tú, ¿por qué no?» Dar una respuesta no siempre es fácil, pero decidí embarcarme en la aventura de seguir a Jesús. Fui a una convivencia vocacional y, con 18 años entré en las religiosas de Santo Domingo. Una aventura que hoy sigue siendo el proyecto de mi vida».
Lo importante no son los títulos.
«El estudio no es una cuestión de egolatría, ni de tener más títulos. Para nosotros, el estudio está enfocado a la predicación. Santo Domingo quiso enviar, desde el principio a sus frailes a la Universidad para que se preparasen para formar a otros».
Ánimo y buen curso.
En las próximas semanas se abrirá el plazo de matriculación en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo y la Escuela Teológica.