Luis Santamaría: «Las sectas esconden el sometimiento tras un escaparate de luz y liberación»

Diócesis de Málaga
Diócesis de Málagahttps://www.diocesismalaga.es/
La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Luis Santamaría del Río, consultor de la Subcomisión de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española e investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), es el encargado de la formación de clero y laicos el día 3 de noviembre, y de inaugurar el curso sobre «Sectas y nuevos movimientos religiosos» que ofrece el Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo de Málaga.

¿Quién calma hoy la sed de trascendencia de la persona?
La secularización no ha traído consigo una desaparición del fenómeno religioso, sino una multiplicación de ofertas de sentido entre las que están también formas patológicas, como puede ser el fundamentalismo religioso, el crecimiento de la magia y la superstición o las sectas, que es el tema de este curso. Las religiones tradicionales, y en parte también la Iglesia católica, han fallado a la hora de acercarse a cada persona y afrontar sus preguntas vitales, sus necesidades y sus heridas. Y el fenómeno sectario ha sido muy hábil a la hora de identificar necesidades, aspiraciones, deseos, heridas y ofrecer algo que parece mucho más fácil, un atajo, para las respuestas a las preguntas vitales o la aparente solución para los problemas personales.

¿También se fundamentaliza lo religioso?
Sí, estamos en momentos de crisis social, de crisis cultural a gran escala, que hacen que las formas patológicas de religiosidad crezcan. En lugar de lo ordinario, lo normal, lo que verdaderamente construye, libera y aporta a las personas. Dentro de las comunidades religiosas, también dentro de la Iglesia católica, pueden darse actitudes fundamentalistas y comportamientos sectarios.

En este fenómeno de los nuevos movimientos, ¿qué hay de peligroso?
El peligro que está en el fenómeno sectario es que tras un escaparate atractivo, de luz, liberación y compasión, se esconde una trastienda de manipulación. Las sectas son un fenómeno de sometimiento. Aprovechan terminología espiritual o ahora, sobre todo, más del crecimiento personal y de la meditación, para acabar sometiendo a las personas a un grupo y a un líder. Sorprendentemente, cuanta más aspiración y posibilidad de libertad creemos que tenemos, somos conducidos de una forma muy sutil a través de los mecanismos de la persuasión coercitiva a una verdadera esclavitud.

¿Cómo es que el ser humano, hoy tan aparentemente “empoderado” para tantas cosas, caiga en lo espiritual en este tipo de trampas?
Es que en el mundo de las sectas se da un espejismo, en el que uno cree que toma las riendas de su propia vida a todos los niveles, escoge el camino que quiere seguir, rompe con tradiciones, con cosas aprendidas, con herencias recibidas, pero, tras todo ese lenguaje utilizado por los gurús espirituales de hoy, se esconde la trampa de pasar a una dependencia total de sus palabras, de sus ideas y de sus normas. Cada vez hay más gente que, sin pertenecer estrictamente a un grupo sectario, las consecuencias del seguimiento a un gurú, a un maestro espiritual o de la práctica de una técnica concreta, ya sea de meditación, superación, o incluso de respiración o gimnástica, le está llevando a ser seguidor de alguien, cuando su propósito no era ese, sino mejorar algún aspecto de su vida, aprender algo, realizar un cursillo. Al final, aparece en otra cosmovisión, en otra forma de pensar, de sentir y de vivir, y no se ha dado cuenta. Quienes sí se han dado cuenta son sus familiares, sus amigos, que se sorprenden al ver que esa persona, sin necesidad de pertenecer a un grupo o acudir a un lugar, como pasaba con las sectas toda la vida, ha cambiado del todo, se ha distanciado de ellos y es una persona distinta.

¿Cuál es la realidad de las sectas en España?
En primer lugar hay que recordar que es, efectivamente, una realidad, porque hay gente que dice que no existe este fenómeno. En segundo lugar, que es una realidad en crecimiento, es decir, nuestra sociedad se seculariza progresivamente y, sin embargo, las sectas no solo crecen, se estancan o desaparecen, sino que crecen. Se calcula que en torno a un 1% de la población española está en sectas. Estamos hablando de una cantidad incontable de grupos. En uno de mis últimos libros realizo un análisis solo de las sectas de origen cristiano presentes en España y eran un centenar. Dos años después de la publicación del libro, he descubierto algunas más. Y en el ámbito de la Nueva Era, de la New Age, es imposible monitorizar todos los grupos, grandes y sobre todo pequeños, que se mueven ahí. Se trata, por tanto, de un problema extenso en nuestra sociedad e intenso para las familias que lo sufren.

¿Y en nuestras propias comunidades, también se cuela?
Sí, desde luego, a veces por ignorancia, por apertura ingenua, y a veces también por necesidad de sostenimiento de nuestros espacios, sobre todo en casas de espiritualidad en las que a veces se abren las puertas a cosas de apariencia espiritual positiva, pero que si rascamos un poco, encontramos que se trata de cuestiones incompatibles con la fe cristiana, tanto en su cosmovisión como en su forma de tratar al ser humano. Y, en segundo lugar, a veces directamente hay sectas que están aprovechándose de esa ingenuidad o de esa necesidad de ocupar espacios para ofrecer lugares bonitos, que invitan a la paz interior y al recogimiento y además, de algún modo están lavando su imagen porque la mayor parte de la gente no va a sospechar de un grupo espiritual que  se reúna en un espacio católico. Ahí tenemos que ser muy cautos, audaces y astutos  para no ser cómplices del mal. A estas alturas de la vida, ya he conocido a bastantes personas que entraron en una secta, que fueron captadas, por una actividad desarrollada en un espacio eclesial.

¿Y qué señales de alarma podemos percibir?
Tenemos que pararnos y dedicar tiempo para ir más allá de las apariencias. Porque siempre el cartel va ser muy bonito, las palabras de introducción y de publicidad van a ser maravillosas, pero tenemos que pararnos a leer, saber de qué grupo se trata, quién es su fundador o su líder, cuáles son sus principios teóricos y sus actividades prácticas. Ver ahí con qué lenguaje estamos siendo llamados. Porque se nos habla de estos temas pero colando términos que hacen referencia a un poder interior, divino, que habita en nosotros.  Al final la Nueva Era siempre, aunque intente tener apariencia de cristianismo en muchos de sus términos, si rascamos un poco vemos que esas palabras tienen un sentido distinto. Hay que pararse y, desde una buena formación cristiana, ver lo que pueda haber que no sea compatible con la fe cristiana, analizar también el ofrecimiento o la oferta de soluciones mágicas, de sanación, con mensajes que hablan muy poco de Dios y mucho de nosotros mismos divinizados.

¿Por qué es importante que tantos sacerdotes como laicos conozcan este tema? 
Tenemos que estar prevenidos ante las sectas que se acercan a nosotros. Están por todos lados y es fácil que accedan a nosotros en cualquier ámbito. Por eso tenemos que estar prevenidos, pero sobre todo para ayudar a otros, para estar atentos a las señales de alarma que se pueden dar en personas cercanas, de nuestra familia, de nuestras comunidades. Especialmente sacerdotes y agentes de pastoral, que sepan ver en las personas que están a su cargo, a las que cuidan y a las que sirven, las señales de alarma para poder ayudar a no caer cuando una persona está en proceso de captación, para ayudar también a sostener a las familias que están sufriendo el drama de la captación de un ser querido, y para también ayudar, estar disponibles, para las personas que abandonan las sectas y se encuentran de repente solas en el mundo con el lastre de un trauma por lo que han vivido dentro de la secta y la necesidad de reconstruir su vida casi desde cero.

¿El fin último de una secta es el sometimiento de la persona?
El sometimiento de la persona es el último, pero muy cercanos, como fines penúltimos o medios necesarios, está el control económico, el aprovecharse económicamente de las personas, el nutrirse también de su trabajo, de su trabajo voluntario y gratuito, por supuesto, esclavo, y, en ocasiones, el abuso sexual, porque el control de la sexualidad de una persona es el control y la dominación de su rincón más íntimo. Pero en el fondo está el sometimiento, porque en las sectas, al menos cuando se fundan, el líder está convencido de ser alguien especial, suele tener características narcisistas y paranoides de la personalidad, y se impone como alguien superior, y necesita personas que retroalimenten ese ego expandido y lleven a cabo sus delirios mesiánicos.

Ver este artículo en la web de la diócesis

Contenido relacionado

Credencias

En casi todas las capillas de la Catedral se pueden observar,...

La verdad, los pobres y el Evangelio, motores de la misión de los colegios...

Casa Diocesana de Málaga acogió en la tarde del martes 7...

Nuestra Señora del Rosario, reina de la paz

El 7 de octubre celebramos la festividad de Nuestra Señora del...

Enlaces de interés

ODISUR
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.