Una veintena de niños y adolescentes de los grupos de poscomunión y catequesis de la parroquia Nuestra Señora de la Encarnación, en Álora, acompañados por un grupo de adultos, vivieron una convivencia cuaresmal en Mollina y Alameda. Esta actividad parroquial estaba programada para Navidad, pero hubo que retrasarla por la pandemia y transformarla en una actividad cuaresmal.
La peregrinación tenía como primer destino el Museo de Belenes de Mollina, en el que también están representados los pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, lo que «fue una maravillosa experiencia para los chavales».
Después pusieron rumbo a Alameda donde, un grupo de 14 niños con sus catesuitas y el párroco, Rubén Montoya, los esperaban para unirse al día de convivencia cuaresmal. «La acogida fue espectacular, explican desde la parroquia de Álora, con pancartas de bienvenida incluidas. Compartimos el almuerzo y una tarde de juegos que concluimos con un tiempo de oración. Quedamos en que nos devolverán la visita, para seguir creando lazos de comunión diocesanos. Fue un buen día para todos y los niños experimentaron cómo crecen en ellos los valores cristianos», concluyen los responsables de los grupos de catequesis de Álora.
