Carmen Aparicio Valls (Cartagena, 1954) es licenciada en Ciencias Matemáticas y doctora en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), donde es profesora en la actualidad. De 1989 a 1999 trabajó en el Consejo Pontificio para los Laicos. Hace unos días visitó Málaga para participar en las XIX Jornadas de Teología Fundamental organizadas por la Diócesis de Málaga. Fue la única teóloga mujer inscrita en las jornadas.
No sé si será positivo o negativo, la única mujer doctora en Teología Fundamental que ha participado en estas jornadas, ¿es que la Teología Fundamental no es femenina?
Es curioso. Participo en estas jornadas desde hace años y solemos ser alguna mujer más. No es que no sea femenina (se ríe), sino que yo creo que se conoce menos y hay pocas universidades que la tengan como especialidad. Incluso entre el alumnado suelen ser menos las alumnas mujeres. Y, fíjate que, a mi entender, la Teología Fundamental tiene una parte de diálogo y sensibilidad hacia el mundo actual en el que tenemos mucho que aportar las mujeres.
¿Por qué es necesaria la formación continua y la reflexión que parte de las inquietudes del hombre de hoy?
Pues yo creo que, como en casi todas las materias hoy día, nunca se puede dejar de estudiar. Concretamente, nosotros venimos de distintos lugares y, gracias a Dios, desde el principio se ha creado un buen ambiente de escucha y de acogida, con un sano espíritu crítico, abierto a las aportaciones y las sensibilidades de los demás y eso nos enriquece. Para la Teología, esto es fundamental, porque nuestra misión es poner en diálogo la fe con el mundo contemporáneo y ¿cómo lo podemos hacer si no escuchamos? Y no para dar soluciones, sino porque estas cuestiones actuales y el análisis de los fenómenos sociales, ayudan a reflexionar sobre la propia fe y a transmitirla. Si no estamos al día, nos quedamos atrás por la velocidad con la que se camina en este mundo. Hay que estar ahí y buscar puntos de encuentro desde los que reflexionar en la propia fe.
¿Cómo es el verano de una teóloga?
Pues tengo la suerte de estar colaborando con una Diócesis de Cuba, en la que estaré este mes de julio y parte de agosto. Desde hace once años estoy impartiendo una formación bíblica-teológica para laicos. Una experiencia maravillosa. Y después, también dedicaré unos días al descanso y a disfrutar de la compañía de los amigos y la familia. Como hay tiempo para todo, también me quedarán unos días para investigar, preparar publicaciones y algunas clases, que el ritmo del curso es tan intenso que no deja para mucho más. Así que tengo por delante un verano muy aprovechado.
Encarni Llamas Fortes