Maestros jubilados y padres de cinco hijos, José Antonio García Morales y Rafi Delgado Umbría han celebrado felizmente sus bodas de oro. Es un matrimonio comprometido con su fe, que siempre ha tenido al Señor presente en su vida.
La iglesia de San Pedro de Málaga acogió, en la tarde del 29 de agosto, la misa con motivo de las bodas de oro de José Antonio García Morales y Rafi Delgado Umbria. Oficiada por el párroco, Alfonso Crespo, fue una ceremonia entrañable e íntima donde también recibió el sacramento del bautismo la más pequeña de los doce nietos del matrimonio. Para orgullo de sus abuelos, los otros niños participaron activamente en la ceremonia, llevando las ofrendas y colaborando en la lectura y peticiones.
Feliz tras renovar su promesa matrimonial, Rafi recuerda cómo se conocieron ella y José Antonio hace cinco décadas: «Fue algo totalmente providencial. Yo había cogido el autobús desde Gaucín, donde vivían mis padres, e iba hacia Antequera para acompañar a mi hermana a un examen. Cuando él se subió, se fijó desde el primer momento en mí», explica Rafi, aportando tantos detalles como si la escena se hubiera producido ayer mismo: «Hablamos de Bécquer. Y a mí me gustó de él que era muy religioso».
Sin embargo, tras la despedida, no volvieron a verse durante un tiempo, porque Rafi se fue a Madrid a opositar. Hasta que un día, él le envió una carta. «Cuando me dijo que estaba muy interesado en mí, le propuse que hiciéramos un triduo a la Virgen, yo desde Madrid y él en Málaga, para ver si nos convenía que nos siguiésemos viendo».
Tras un noviazgo de cinco años, la pareja contrajo matrimonio en Gaucín y se trasladó a vivir a Algatocín, localidad natal de José Antonio, donde ambos ejercieron como maestros durante 18 años. Después, el matrimonio decidió trasladarse a Málaga, a la avenida de Carlos Haya. Desde entonces, han estado comprometidos con la parroquia Santa Rosa de Lima, en Cáritas, en la Adoración Nocturna y como agentes de pastoral. Además, han impartido cursillos prematrimoniales para novios durante 25 años.
«Recuerdo la tarde de sus bodas de oro y todavía me emociono», dice Inmaculada García, la mayor de los cinco hijos del matrimonio. «Estoy sumamente agradecida a mis padres, porque la fe que ellos me han transmitido es el mejor baluarte de mi vida».
Rafi y José Antonio son el corazón de una gran familia donde siempre late la fe.