Tras la toma de posesión como Obispo de Málaga el sábado 13 de septiembre, D. José Antonio Satué celebró la Eucaristía el domingo 14, fiesta de la Exaltación de la Cruz, en el Santuario de la Victoria. Tras la celebración litúrgica, el Obispo visitó el Camarín de la Patrona, firmó en el libro de la parroquia como recuerdo de su primera visita y saludó a los cientos de feligreses de los grupos de la parroquia, colegios de la zona, y de otros puntos de la diócesis, que quisieron compartir esta primera celebración con el pastor de la diócesis.
En su homilía, en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, D. José Antonio afirmaba que «mirar a la cruz es un ejercicio que nos cuesta, especialmente en nuestro ámbito cultural, pero es sanador y salvador. Cuando miramos a la cruz descubrimos fundamentalmente dos enseñanzas. La primera, cuáles son las consecuencias del pecado. Cuando miramos a la cruz nos damos cuenta que el pecado de la humanidad, de aquella humanidad y de la humanidad entera, costó muy caro al Señor. Y hoy día sigue costando muy caro a tantas personas descartadas. Y esto lo tenemos que reflexionar y reconocer porque en la sociedad en la que vivimos frivolizamos con el pecado y sin embargo condenamos a las personas pecadoras, que es justo lo contrario de lo que hacía el Señor: Jesús condenaba el pecado pero buscaba la salvación de las personas».

Y, en segundo lugar, «la enseñanza más importante, para nosotros cristianos, cuando miramos a la cruz es precisamente hasta dónde llega el amor de Dios. Hemos escuchado en el Evangelio de San Juan que tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio hijo. Así nos ama Dios, hasta el extremo. Nos ama siempre, incluso cuando somos Pedro, que lo niega, y cuando somos Judas, que lo vendemos. Y ese amor es el que nos salva».
E invitaba a todos los presentes a mirar a la cruz de la mano de María porque «ella, junto a la cruz de Jesús y junto a la cruz de sus hijos e hijas de todas las generaciones, tiene tres actitudes: Estar, rezar y esperar».
«La Virgen creyó en la victoria de Dios, en la victoria de Jesucristo. Por eso, nosotros que nos acercamos a la Virgen con esta advocación tan bonita de la Victoria, le vamos a pedir que nos ayude a vencer frente a la desesperanza, a vencer frente al sinsentido y a ser, para los que tenemos más cerca, personas que levanten siempre la bandera de la esperanza frente a todos aquellos que levantan la bandera del desastre, la bandera de la desilusión. Que esta Eucaristía nos ayude a amar como Jesús y con Él, y nos ayuda también a estar, a rezar y a mantener la esperanza como María y con ella», con estas palabras concluía su homilía.

Al concluir la celebración litúrgica, el párroco, Alejandro Escobar, le hizo entrega de un relicario con la imagen de la Patrona de la diócesis, la Virgen de la Victoria, en hueso, y lo acompañó a visitar el Camarín de la Virgen.
Después firmó en el libro de visitas y dejó este mensaje como recuerdo.

