Dios creador, tierno y amoroso,solidario y comunitario, proyecta sobre la creación su propio ser y sentir. La criatura: hombre y mujer, creados a su imagen y semejanza no puede vivir en el aislamiento egoísta, ni en la soledad alejada, sino en la compañía solidaria que nace del amor.
Amor de Dios manifestado en el amor de las criaturas, pero también y además en el amor a la creación de la que formamos parte. Un amor que al parecerse al de Dios tiene las características de la gratitud, el perdón y la entrega. El primer eslabón de la semejanza con Dios es la gratitud, hasta poder afirmar con San Pablo: «Todo es gracia». Palabras de gratitud, gestos de complicidad, miradas acogedoras y benevolentes hacen de nosotros, personas regalos para los demás. Sólo desde el descubrimiento de la gratitud como actitud básica redescubriremos y actualizaremos con alegría la Eucaristía dominical como la acción de gracias por excelencia. Amor que perdona. Perdón sin límites, hasta «setenta veces siete «nos recuerda el Maestro a los que como Pedro nos cansamos de
la brega del mar de Galilea de la historia. Perdón como expresión del amor más auténtico y generoso, humildad para pedirlo, generosidad sin medida para darlo. Epicentro de la espiritualidad cristiana. Regalo de los cristianos a un mundo tan convulso. Y entrega. Como docentes aprendemos, ensayamos y juntos practicamos la lección más difícil de enseñar y aprender para lograr que nuestros alumnos sean «verdaderamente competentes»: El perder para ganar y el morir para vivir, dialéctica cristiana, enseñanza certera del único y verdadero maestro. Por amor se pierde y se renuncia y lejos de empobrecernos nos enriquecemos con lo que el otro y los otros nos aportan y nos ofrecen. Lección magistral del Maestro que nos enseña una y mil vecesun secreto, que deja de serlo
cuando lo practicamos: Cuando los hombres comparten Dios multiplica. Ha sido el egoísmo, no ningún maleficio mágico el que ha llevado a nuestra sociedad occidental y a nuestra nación a esta crisis que además de económica es de valores auténticos. No saldremos de ella con más egoísmo o individualismo sino con una sobredosis de generosidad. Poner nombre a la creación es el gesto mas revolucionario y mas hermoso del Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo a favor de sus criaturas. No nos trata como siervos ni se aleja en su trascendencia de nosotros, al contrario, nos coloca junto a Él y nos da herramientas para seguir creando y recreando de su mano. ¡Que poder más benéfico el que el Señor concede a sus criaturas!, parecernos tanto a Él que las posibilidades
de amar, crear y nombrar son infinitas. Escribir en el corazón de los niños y de los jóvenes es la tarea más hermosa que Dios y los padres nos confían a los maestros. Escribamos páginas muy bellas en sus corazones. Y que Sta. María de la Victoria, Sede de la Sabiduría interceda maternalmente por nosotros y nos acompañe en esta tarea que la Iglesia nos confía.