Decía el diplomático y escritor francés Paul Claudel: “es cosa infinitamente asombrosa que Dios haya hablado a los hombres en lenguaje humano y que esa Palabra de Dios haya quedado grabada para siempre en documentos escritos”.
El filósofo y ensayista español Ortega y Gasset sentenciaba que “la palabra es sacramento de difícil administración”. Sin embargo, Dios en su Palabra administra acertada y sutilmente; corrige y propone; presenta y enseña.
En la Palabra de Dios descubrimos y aprendemos; nos encontramos y ofrecemos; nos abandonamos y disfrutamos. Con la Palabra vivimos, reflexionamos y despertamos. Recuerda que a Dios le gusta hacer las cosas bien, por amor. Y en este domingo de la Palabra, a sabiendas de la necesidad de Dios que tenemos, sugiero que vivamos inmersos en el océano del misterio de su Palabra. Escrutándola, meditándola, viviéndola; alejándola de viejas y obsoletas expresiones; descubriéndola hasta donde los límites de nuestra fe nos permitan alcanzar.
