La Iglesia española toma el pulso al sínodo en las diócesis

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal Española realiza un primer balance general del proceso de consulta del Sínodo de los Obispos a la luz de los cuestionarios realizados a los representantes sinodales diocesanos.

La Conferencia Episcopal Española, a través de su Equipo Sinodal, ha querido tomar el pulso, en este momento del proceso, al trabajo que están desarrollando las distintas diócesis para «conocer y dar a conocer, de un modo sintético, cómo se está viviendo la fase diocesana del proceso sinodal convocado por el Santo Padre a nivel de Iglesia Universal y, al mismo tiempo, obtener una panorámica general sobre el camino que vamos recorriendo en la Iglesia que peregrina en España». En esta consulta han participado 42 diócesis y hay otras que han manifestado que están trabajando en el proceso sinodal con gran ilusión y mucha implicación, pero que les resulta difícil obtener los datos estadísticos.

La media de parroquias que han participado en la mayoría de las diócesis es de 100, y en los primeros datos recabados, destaca el hecho de que la media de participantes es del 70% de mujeres y 30% de hombres. La edad media está entre los 55 y 60 años. Los jóvenes suponen un 10% de los participantes, un 5% de niños y adolescentes y una muy excepcional contribución de miembros de otras confesiones cristianas. 

Entre las conclusiones de este balance, se constata que pocas diócesis han podido involucrar a personas que habitualmente no participan en la vida de la Iglesia. Entre los colectivos que han sido implicados hay asociaciones civiles, miembros de partidos políticos, de prisiones, centros de acogida, universidades y centro educativos, usuarios de servicios de Cáritas… Un modo de facilitar la participación, que varias respuestas nombran, ha sido el uso de encuestas digitales. Destaca en muchos casos la creación de equipos diocesanos sinodales para coordinar los trabajos y, en algunos, de espacios de coordinación con las parroquias.

Entre las dificultades detectadas en relación con el desarrollo de la fase diocesana del Sínodo tiene un lugar preeminente la pandemia, por las restricciones derivadas de la nueva ola surgida en pleno curso pastoral, que ha impedido poder celebrar encuentros programados y reuniones de grupo. El Equipo Sinodal de la CEE también concluye en este primer balance que se ha observado falta de motivación e interés por parte de los sacerdotes, con la subsiguiente mayor dificultad para llegar a los fieles, por entender que el proceso difícilmente servirá para algo. También desconocimiento de lo que es e implica la sinodalidad y dificultad para responder al cuestionario y elaborar la síntesis de las respuestas y de la experiencia. Asimismo, en algún caso se apunta como obstáculo la dificultad para aceptar los diferentes puntos de vista y las distintas formas de vivir la fe e, incluso, para comprender lo que significa la apertura al Espíritu Santo. También se alude a la dificultad de llegar a otras personas que no sean “los de siempre” (jóvenes, personas que no forman parte de la Iglesia…).

A pesar de las dificultades enunciadas, este análisis constata que hay práctica unanimidad en la valoración positiva del proceso sinodal, especialmente entre los laicos. Se habla de entusiasmo, interés, alegría, novedad, oportunidad, ilusión, esperanza; de que está ayudando a descubrir la corresponsabilidad, la necesidad del protagonismo de los laicos y a abrir nuevos horizontes de trabajo pastoral en el futuro. También mayor conciencia de comunidad parroquial y acercamiento a la Iglesia. En algunos casos se indica el temor y las dudas de que la síntesis final refleje la realidad que ha surgido en los grupos y que pueda servir para algo. Finalmente, se destaca que gran parte del Pueblo de Dios aún no se ha enterado o no sabe bien de qué se trata.

El balance de la CEE concluye que la sensación general es que el trabajo sinodal está teniendo un seguimiento limitado al interior de la Iglesia, porque cuesta implicar a las personas de otras religiones y a los alejados o ausentes. El mayor compromiso es de los fieles laicos adultos, con una escasa participación de los jóvenes. La mayoría de las diócesis comparten que ahora, en el ecuador del proceso, es cuando se están animando las personas a participar y además señalan que la sexta ola de la pandemia les ha ralentizado el proceso. «En cualquier caso, estamos haciendo camino. Y cabe destacar que la valoración general es muy positiva porque está ayudando a tomar una mayor conciencia de Iglesia y a vivir una experiencia novedosa de sinodalidad, que no acaba este curso, sino que tendrá continuidad con la fase continental y el propio Sínodo de los Obispos, con el poscongreso de Laicos y con las acciones pastorales futuras de las Iglesias diocesanas», afirman.

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