«Rogad al Dueño de la mies» (Lc 10,2). Estas palabras de Jesús nos comprometen a orar incesantemente al Señor por las vocaciones. En esta época de crisis general es frecuente también oír hablar entre nosotros de la crisis vocacional.
Si somos consecuentes con las palabras de Jesús, más bien hablaríamos de crisis de oración. El Señor sigue llamando a los jóvenes y la respuesta de estos a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) nos confirma que, aun en medio de nuestro mundo, hay muchos jóvenes que quieren seguir la llamada de Cristo y conformar sus vidas al espíritu del Evangelio en la creación de una familia, en el Ministerio sacerdotal o en la Vida Consagrada. ¿No nos faltará orar al Dueño de la mies?
1.200 religiosos
Nuestra Diócesis, a pesar de la escasez vocacional, cuenta con unos 200 religiosos, de los cuales el 65% son sacerdotes, teniendo gran parte de ellos responsabilidad parroquial. Hay además 69 hermanos. En cuanto al número total de religiosas, asciende a un millar, de las cuales el 82% están dedicadas a diversas labores pastorales; y un 18% dedican su vida al silencio, la oración y el trabajo en el claustro. Impresiona la variedad de carismas y trabajos pastorales a los que se dedican estas mujeres: enseñanza, atención a niños en guarderías, residencias de ancianos, cuidado de enfermos, trabajo social con emigrantes, marginados y carentes de techo, ecumenismo, casas de Ejercicios, ayudas parroquiales, etcétera. Están distribuidas nuestras religiosas en más de un centenar de comunidades, de cuatro a ocho miembros de promedio, con excepción de varias comunidades muy numerosas de religiosas ancianas. Algunas instituciones han instalado en Málaga sus residencias para enfermas y mayores.
Este número de mayores, cercano a las 300 con más de 80 años, supone un caudal incalculable de fidelidad, de entrega y de experiencia. Su misión fundamental es ahora orar por la Iglesia. Aunque es verdad que el número de jóvenes religiosos, menores de 50 años, es mucho más reducido que el de las personas maduras, la vitalidad de la Vida Consagrada en la diócesis, por el número de obras y por el servicio que prestan de ayuda a las parroquias, es un motivo para dar gracias a Dios.
El P. Ángel García Rodríguez, trinitario, desde hace tiempo viene presentando en la Revista Diócesis a cada una de las comunidades, describiendo su historia, su llegada a Málaga, su carisma y su trabajo. Esta sintética visión de la Vida Consagrada en nuestra diócesis, en vísperas de la JMJ, en la que están comprometidos muchos religiosos, quiere ser un recuerdo de las palabras del Maestro, que están dichas para todos: “Rogad al Dueño de la mies que envíe operarios a su mies”. Benedicto XVI nos ha recordado que “la Iglesia sin religiosos, sencillamente no es”. El Concilio Vaticano II nos habla de la Vida consagrada en la Constitución sobre la Iglesia, Lumen Gentium, en el capítulo VI: “el estado religioso (…) da un testimonio de la vida nueva y eterna conseguida por la redención de Cristo y preanuncia la resurrección futura y la gloria del reino celestial”.
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