Emilio López Navas (Málaga 1979) es doctor en Teología Bíblica y profesor en los centros de formación de la diócesis. Al hilo de la Carta Apostólica “Misericordia et misera”, nos habla de la Biblia como historia de amor y misericordia.
La Biblia, ¿es una historia de misericordia?
Podríamos decir que es “la” historia de misericordia, es la carta de amor de Dios Padre para nosotros. En ella Dios nos habla con palabras humanas para que podamos entenderlo, sale a nuestro paso y nos trata como amigos… no hay mayor historia de amor, no hay mayor historia de misericordia.
Pero son muchas las historias agresivas que se relatan en ella, ¿cómo se pueden leer en clave de misericordia?
Muchos de los relatos agresivos nos muestran al ser humano tal cual es, y no como debería ser. Y cuando se trata de la imagen de Dios, hay que comprender que los que escribieron la Biblia lo hacían desde el grado de conocimiento (también teológico) de la época.
¿Hay más misericordia en el Antiguo o en el Nuevo Testamento?
Le preguntas a alguien que ha estudiado sobre todo el Antiguo Testamento… Pero la respuesta es que en esta historia de misericordia el protagonista es Dios, cuya misericordia es eterna. Existen algunos pasajes veterotestamentarios que reflejan profundamente el amor y la ternura que el Señor muestra por su pueblo… Siempre que me preguntan algo así, hago que mi interlocutor busque Is 49,15.
La proclamación de la Palabra en la Eucaristía tiene un lugar central, ¿por qué es tan importante?
En la Constitución Sacrosantum Concilium sobre la liturgia del Concilio Vaticano II se nos dice que “cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla”, en referencia a Dios. Es la primera de las dos mesas de la Eucaristía: nos alimentamos de su Palabra y de su Cuerpo, para poder seguir dando testimonio.
Las parábolas de la misericordia, son de los textos quizás más conocidos por el pueblo, ¿cuál es su enseñanza?
Suponiendo que te refieres al capítulo 15 del Evangelio según San Lucas, pues que a nuestro Dios lo que le mueve es precisamente la misericordia, y que esta lleva a la verdadera alegría. Y como reflejo de esa misericordia, que nosotros debemos vivir en clave de apertura y acogida, tratando de ser “misericordiosos como el Padre”.
El Papa propone en “Misericordia et Misera” un Domingo de la Palabra, ¿cómo lo concretaría?
La verdad es que el Papa ha dado bastantes indicaciones en dicho documento, pero yo aprovecharía un domingo de Pascua para hacer una Lectio Divina en la parroquia, después de la Misa mayor. Después invitaría a hacer algún gesto fuera de la parroquia, por las calles del vecindario o del pueblo: repartir un recordatorio, invitar a los que no se acercan a que pasen y lean un pasaje de la Escritura… y terminar recitando un Salmo.
Encarni Llamas
