
Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Eucaristía celebrada en la Catedral con motivo del jubileo de varios arciprestazgos
JUBILEO DE VARIOS ARCIPRESTAZGOS
(Catedral-Málaga, 8 marzo 2025)
Lecturas: Is 58, 9b-14; Sal 85, 1-6; Lc 5, 27-32.
1.- Celebrar el Jubileo 2025
Estamos celebrando el Jubileo 2025 de los Arciprestazgos de Archidona-Campillos, Antequera y los de la ciudad de Málaga: Los Ángeles, San Patricio, Virgen de la Victoria y Virgen del Mar.
Deseo agradecer vuestra presencia y participación en este acto, respondiendo a la llamada de nuestro Santo Padre Francisco; y de un modo especial agradezco la presencia de mis hermanos sacerdotes, que os han guiado y acompañado en esta peregrinación jubilar.
El papa Francisco proclamó este Jubileo con motivo del 2025 Aniversario de la Encarnación del Hijo de Dios. Nos encontramos en esta Catedral que está dedicada a la Encarnación; y podéis ver muchas imágenes de la Anunciación en distintos lugares de la Catedral. “Jesús” es el nombre que el ángel Gabriel comunicó a María (cf. Lc 1, 26-38), y que significa “Dios salva”, indicando la misión de salvar la humanidad.
Queridos hermanos, ya hemos sido salvados por el Hijo de Dios, nuestro Redentor y Salvador. Por muchas cosas buenas que hagamos, no nos ganamos nosotros la salvación; porque nos la ha regalado el Señor. Por eso celebramos el Jubileo.
Y no existen otros salvadores o redentores; ningún poder de este mundo puede salvar al ser humano del pecado, del egoísmo, del mal y de la muerte eterna; nadie puede suplantar al verdadero Salvador; y eso lo debemos confesar ante nuestros coetáneos.
Repetid: “Señor Jesucristo, tú eres nuestro único Salvador”. (Los fieles repiten la frase).
Ahora nos corresponde acoger dicha salvación; y el Jubileo nos ayuda a aceptar y asumir este gran regalo de Dios.
Habéis venido peregrinando hasta la Catedral; primero desde vuestras parroquias y después desde las parroquias de encuentro en la ciudad (Los Santos Mártires, Santiago Apóstol y San Juan Bautista), significando que somos “Peregrinos de Esperanza”. Por cierto, la peregrinación de hoy ha estado acompañado de abundante lluvia.
Y hemos comenzado el tiempo cuaresmal, que es peregrinación hacia la Pascua con la esperanza de recibir la salvación del Señor. Caminemos sin cansarnos, dejando atrás y renunciando a todo lo que nos aparta de Dios.
2.- Atender al necesitado
El Jubileo nos invita a potenciar el sentido de la fraternidad y a realizar acciones caritativas, que expresen nuestro amor al prójimo y la cercanía de Dios con los más necesitados y los que más sufren, sin cerrar los ojos ante la tragedia de la pobreza, que impide a millones de seres humanos vivir de manera digna. Estas situaciones deben rasgar nuestro corazón; y mientras haya un ser humano que no viva de manera digna, no debemos estar tranquilos. Aprovechemos el don del jubileo para crecer en misericordia y amor al prójimo.
El profeta Isaías, que hemos escuchado, nos anima a salir de las tinieblas y a gozar de la luz divina atendiendo al hermano necesitado: «Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía» (Is 58, 10). Cuando somos caritativos, somos más alegres y más luminosos.
3.- Vivir jubilarmente
Isaías nos explica que vivir jubilarmente trae sus buenos frutos: «El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos. Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan» (Is 58, 11).
Este texto recuerda al Salmo 1, que narra la fecundidad del árbol plantado junto al agua, que da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas (cf. Sal 1, 3). Queridos fieles, para ser como árboles de hoja perenne y de frutos abundantes y sabrosos, hemos de vivir jubilarmente, caminando en esperanza.
Repetid: “Queremos vivir con esperanza y dar buenos frutos de amor”. (Los fieles repiten la frase).
También resulta fecunda la vida de quien consagra al Señor los días sagrados y las fiestas (cf. Is 58, 13). Habréis observado que nuestra sociedad ha dejado de celebrar los días sagrados del domingo y fiestas del Señor y los emplea para el ocio, para el goce material, para el comercio y otras cosas. Hemos de ser “proactivos”; el Señor nos invita a recuperar el «domingo», día del Señor, día dedicado a Dios, a la familia, a la oración y al descanso. Me habéis oído decir en las Visitas pastorales que debemos saludarnos diciendo “Feliz Domingo”, en vez de “Buen finde”. Recuperemos el sentido de los días sagrados dedicados a Dios. Seamos conscientes de que nuestra sociedad va cambiando nuestra manera de pensar, haciéndonos usar una terminología, que es producto de una ideología.
4.- Responder a la llamada del Señor
El evangelista Lucas nos ha narrado la conversión del publicano Leví, cobrador de impuestos, a quien Jesús le dijo: «Sígueme» (Lc 5, 27); y «él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió» (Lc 5, 28).
El Señor nos llama también hoy a cada uno y nos invita a seguirle. ¿Estamos dispuestos a dejar nuestras comodidades, nuestros planes, nuestros negocios, para seguir al Maestro?
Repetid: “Señor, queremos seguirte con fidelidad”. (Los fieles repiten la frase).
Leví ofreció un gran banquete en honor del Señor (cf. Lc 5, 29). ¿Qué banquete les vas a ofrecer tú? ¿En qué va a cambiar tu vida, después de este encuentro con el Señor? Aquí está la conversión jubilar.
Hoy debe ser un gran día para cada uno de nosotros porque, siendo pecadores, Dios nos ha perdonado y nos invita a participar en su banquete. Él no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan (cf. Lc 5, 32).
5.- Continuar el Jubileo
Aunque hoy celebráis vuestro jubileo comunitario, no termina aquí el Año Jubilar. Os recuerdo que cada mes del presente año jubilar lo dedicamos a un tema para trabajarlo en toda la Diócesis: en marzo el perdón; en abril la fraternidad-solidaridad; en mayo los enfermos; etc. Por ello os animo a seguir celebrando el Año Jubilar, realizando alguna actividad parroquial o arciprestal vinculada al tema de cada mes.
Y voy a poneros una “tarea”. Estamos en el ciclo litúrgico “C”, en el que se lee mayormente el evangelio de san Lucas. Con este motivo deseo invitaros a que todos leamos en este tiempo cuaresmal este evangelio de manera sistemática desde el primer capítulo hasta el final. De ese modo, aunque la lectura sea en particular, en familia o en comunidad, sabremos que toda la Diócesis está leyendo el mismo evangelio. Como ayer las Cofradías celebraron su Jubileo y les animé a leer el evangelio de Lucas, al llegar a casa por la noche, leí el primer capítulo.
Queridos hermanos, pedimos a la Virgen de la Victoria, Patrona de nuestra Diócesis, que nos acompañe en nuestra peregrinación cuaresmal y nos ayude a ponernos en brazos de Dios, como hijos amados y perdonados. Amén.