El 1 de julio comienza la convivencia de verano del Seminario Menor. Durante 9 días, los chicos participantes podrán disfrutar, como señala su rector, Javier Guerrero, «de un campamento distinto. No es un campamento estrictamente para divertirse, aunque nos divirtamos, o para disfrutar, aunque disfrutemos. También es para profundizar en la fe y para ayudar a los chicos a descubrir qué puede querer el Señor de todos ellos. Todo en un ambiente muy sano, muy dinámico y de mucha celebración».
La convivencia de verano del Seminario Menor es el colofón de las convivencias que se han venido realizando mensualmente a lo largo del curso. Es una convivencia abierta a chicos de toda la diócesis de Málaga. Lo normal es que sean chicos que estén en sus parroquias o movimientos y que tengan abierto el planteamiento vocacional.
El éxito de esta auténtica cantera del Seminario Mayor está, según su rector y delegado de Pastoral Vocacional, Javier Guerrero, «en el boca a boca entre los propios chicos participantes que se lo van contando unos a otros. Pero hay que volver a hacer una llamada de atención a los sacerdotes, a los catequistas y a los profesores de Religión para que conozcan lo que es el Seminario Menor y lo propongan». Pero, ¿está preparado un preadolescente para empezar a plantearse algo tan serio como es la vocación sacerdotal? En opinión de Guerrero sí: «Un chico de 10 años responde como un chico de 10 años. Lo que hay que hacer es no ocultarle la realidad.
Mi experiencia personal es que entré en el Seminario Menor con 10 años. Nuestro obispo D. Jesús, o el anterior, D. Antonio, empezaron como seminaristas menores. Con 10 años no se tiene la claridad que se tiene con 25 ó con 30, pero a cada día le basta su afán y a cada chaval hay que planteárselo de una manera distinta. A los chicos de quinto y sexto de Primara, el planteamiento vocacional se les deja caer de una forma y a los de Bachillerato se les plantea de una manera mucho más concreta y más seria, pero no hay que ocultar la verdad. Y la verdad de fondo es que el Señor nos ha creado y nos quiere felices. Y a la felicidad se llega por un camino concreto por donde Él nos llama. Y eso es lo que nosotros llamamos vocación».
«Si le dices que no va a ir a la convivencia, obedece enseguida»
Carmelo no llegó de nuevas al Seminario Menor. Su hermano mayor ya participaba y lo veía tan contento que quiso experimentarlo en carne propia. «Aunque el mayor ya lo ha dejado al entrar en la Universidad –señala su padre, Carmelo Jaime–, él está muy contento. Está deseando que llegue la convivencia para ir. Si quieres que haga algo que no le apetece le dices que no va a ir a la convivencia y enseguida se pone a hacerlo. No se ha perdido una todavía. Lo pasan muy bien allí, hay buen ambiente entre los chicos, hay amistad, comunicación, tienen su plan de vida… La formación es integral. Formación humana y formación cristiana».
Y en el futuro, Dios dirá. «Para mí es muy importante –señala el padre– que descubra su vocación poco a poco para ver qué quiere el Señor de él. Si Él lo llama para ser sacerdote no me importa que siga. Mientras tanto, el Menor le está ayudando a desenvolverse. Coge su evangelio diario y lo lee, es más responsable con su horario, sus estudios…».
«Lo que quiero es que se haga la voluntad de Dios»
Con 9 años, Rodrigo le dijo a su catequista y a sus padres que quería ser sacerdote. Su catequista le dijo que si quería serlo que lo pidiera en la oración. Había otro chico en la parroquia que estaba yendo al Seminario Menor y le contó su experiencia: estaba muy contento. Más tarde fue un seminarista mayor quien le ofreció la oportunidad de participar.
Ahora Rodrigo tiene 15 años y es muy raro que se pierda una convivencia. «Él no quiere faltar nunca, –señala Inmaculada Campos, su madre–. Yo estoy encantada con que él se haga este planteamiento vocacional, aunque lo que realmente quiero es que se haga la voluntad de Dios. Esta es una decisión de Rodrigo, a la que no le hemos puesto ni le hemos quitado. Aunque es muy joven y no tiene las cosas muy claras aún, no me importaría que en el futuro decidiera entregar su vida por los demás si él es así feliz y eso es lo que quiere el Señor para él».
«Contentos no. Están supercontentos»
La madre de Álvaro y Moisés, Tere Giráldez, lo tiene claro y contesta rotunda a la pregunta de si ve a sus hijos contentos por participar año tras año en el Seminario Menor: «Contentos no. Están supercontentos. Están felices. Cuando bajan en los estudios, les amenazo con no dejarles ir a la convivencia y se ponen las pilas rápido. Les gusta mucho. Les encanta». Con respecto a cómo viven los padres que sus hijos estén planteándose su vocación, Tere recalca que les parece estupendo: «Estamos en manos de Dios y lo que él disponga lo tenemos que acatar. Como padres queremos que sean felices y si ellos son felices por este camino, por este camino irán. Y si Dios dispone que vayan por otro camino también seremos felices. Pienso que si yo no me hubiese enterado de la existencia del Seminario Menor algo grande se habrían estado perdiendo mis niños. Doy gracias a Dios porque me ha presentado por ahí ese camino».
REPORTAJE SONORO