Se celebrará durante los días 4-5 de marzo de 2016, correspondientes al viernes y sábado anteriores al domingo cuarto de Cuaresma, en el que se proclama la parábola del Padre Misericordioso, que acoge al hijo pródigo que marchó de casa.
Se ruega a los sacerdotes que estén disponibles para confesar, sobre todo en esos días. Se trata de ofrecer el sacramento de la Reconciliación, para reencontrar el camino de volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida.
El sacramento de la Reconciliación nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia y nos ofrece una fuente de verdadera paz interior.
Como el Papa afirma en la Bula de Convocación del Jubileo de la Misericordia, los sacerdotes confesores son un verdadero signo de la misericordia del Padre; participan de la misma misión de Jesús y son signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva. Los confesores han recibido el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados; son fieles servidores del perdón de Dios; acogen a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo; están llamados a abrazar ese hijo arrepentido, que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado; deben salir al encuentro del otro hijo que se quedó afuera; no hacen preguntas impertinentes; son capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón, están llamados a ser siempre el signo del primado de la misericordia.