Homilía pronunciada en la Eucaristía en la que participan las hermandades de gloria

Mons. Jesús Catalá, Obispo de Málaga.

(Catedral-Málaga, 19 octubre 2014)

Lecturas: Is 45, 1. 4-6; Sal 95; 1 Ts 1, 1-5b; Mt 22, 15-21.

(Domingo Ordinario XXIX-A)

1. Las Hermandades de Gloria agrupadas se reúnen hoy para celebrar la acción de gracias eucarística, como vienen haciendo estos años pasados desde su institución como agrupación.San Pablo y sus compañeros de misión, como hemos escuchado en la segunda lectura, dan gracias a Dios por la comunidad de los Tesalonicenses y se acuerdan sin cesar de ellos en sus oraciones (cf. 1 Ts 1, 2).

El motivo de esta acción de gracias es «la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (1 Ts 1, 3).También hoy damos gracias a Dios por las hermandades y cofradías de gloria que veneráis con devoción a vuestros respectivos titulares. Damos también gracias a Dios por vuestra vida de fe y por vuestro testimonio de amor a Dios. Esta celebración es motivo de alegría y de acción de gracias a Dios, porque los miembros de vuestras hermandades habéis mantenido la fe heredada de vuestros antepasados.

2. La imagen que procesiona este año es la de San Isidro Labrador de la Hermandad de Churriana, quien fue especialmente devoto de la Eucaristía y de la Santísima Virgen María. No fue hombre versado en letras, ni realizó grandes viajes; simplemente conoció las pocas localidades que recorrió; pero supo contemplar la hermosura de la creación que le hablaba de Dios. Sus virtudes fueron la paciencia, la generosidad, la constancia, la esperanza, vividas en el marco de la naturaleza. Gozaba del murmullo del agua, del trino de las aves, del susurro del viento; y trabajaba pacientemente la tierra como jornalero. Todo le hablaba de Dios y él ofrecía su duro trabajo a Dios. Su camino hacia la santidad lo efectuó desde el anonimato y la sencillez de una vida llena de amor a Dios.Su ejemplo nos empuja a vivir la fe con sencillez, a ser agradecidos a Dios y avivir la caridad con los pobres.

3. En este domingo celebra la Iglesia la Jornada de la Evangelización de los pueblos, comúnmente llamada en España «Domund», es decir, el Domingo Mundial de la Propagación de la fe. Sigue habiendo hoy en día mucha gente que no conoce a Jesucristo. Algunos, demasiado llenos de sí mismos, pretenden saberlo todo y ser autosuficientes y totalmente autónomos, prescindiendo de Dios; cegados por su propia presunción, no dejan espacio en su vida a Dios. El mismo Jesús amonestó a algunos de sus contemporáneos llamándoles «ciegos» y guías de ciegos (cf. Mt15, 14). San Pablo los describe como personas insensatas y llenas de toda clase de injusticia y enemigos de Dios: «Como no juzgaron conveniente prestar reconocimiento a Dios, los entregó Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda clase de injusticia, maldad» (Rm 1, 28-29). La tentación de prescindir de Dios ha existido siempre y puede afectarnos también a nosotros.

4. Por eso se mantiene la necesidad de la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a participar, cada cual según su estado de vida, ya que la Iglesia entera es misionera por naturaleza. La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado para elevar nuestra oración a Dios y realizar gestos de fraternidad en ayuda de las iglesias jóvenes en territorios de misión. También es ocasión propicia para avivar nuestro compromiso evangelizador en nuestra sociedad, cristianizada ya desde hace siglos, pero necesitada de nueva evangelización, a la que nos han llamado los últimos papas. Todos los fieles cristianos estamos llamados a pregonar el Evangelio a creyentes y a no creyentes; a proclamar la Buena Nueva entre los fieles cristianos y entre los paganos. Pedimos al Señor que nos ilumine y nos dé fuerza para llevar a cabo esta noble misión. Los miembros de las hermandades estáis llamados a dar un testimonio especial. Vuestra manera de asociaros no es para otros fines que la ayuda mutua y la profesión y el testimonio de la fe en común y públicamente; esa es vuestra tarea y vuestra finalidad.

5. El papa Francisco nos invita repetidas veces a ser discípulos misioneros: «En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador» (Francisco, Evangelii gaudium, 120). Ningún fiel cristiano, por tanto, debe renunciar a su compromiso evangelizador, nacido de la experiencia del amor de Dios que lo salva. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús. La predicación del Evangelio arraigó en nuestra tierra y en vuestros corazones desde hace varios siglos. Ahora toca a la presente generación manteneros en fieles a esta transmisión de la fe.

6. Además, la fe cristiana hay que vivirla comunitariamente. Por naturaleza la fe es eclesial y necesita referirse constantemente a la Iglesia, usando un lenguaje común en el que expresar la comunión en la misma fe. En la Iglesia es donde descubrimos a Jesucristo, que es la Cabeza de la misma. No puede haber Jesucristo sin Iglesia; sería como decapitar a la Iglesia y, por tanto, destruirla. Aquellos que se llaman cristianos y dicen aceptar a Jesucristo, pero rechazan a la Iglesia, en realidad no aceptan ni a uno ni a otra. ¡Tened cuidado con ciertas modas y con ciertas ideologías, que no son cristianas!

Como recordaba el papa Pablo VI, que está siendo beatificado en estos momentos por el papa Francisco en el Vaticano, la Iglesia es un misterio: «La conciencia del misterio de la Iglesia es un hecho de fe madura y vivida. Produce en las almas aquel sentir de la Iglesia que penetra al cristiano educado en la escuela de la divina palabra, alimentado por la gracia de los sacramentos y por las inefables inspiraciones del Paráclito, animado a la práctica de las virtudes evangélicas, empapado en la cultura y en la conversación de la comunidad eclesial y profundamente alegre al sentirse revestido con aquel sacerdocio real que es propio del pueblo de Dios (cf. 1 Pe 2, 9)» (Ecclesiam suam, 13).

El misterio de la Iglesia no es un mero objeto de conocimiento teológico, sino una experiencia de fe vivida; y corresponde a la jerarquía de la Iglesia por institución divina la misión de alumbrar o engendrar nuevos hijos (cf. Gal 4, 19; 1 Co 4, 15), instruirlos, cuidarlos y dirigirlos.

7. Termino con unas palabras del papa Francisco: «Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión. Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el «primer amor» con el que el Señor Jesucristo ha encendido los corazones de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor persevera con alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica» (Francisco, Mensaje para la jornada mundial de las misiones 2014, 5. Vaticano, 8.06.2014).

Pedimos a la Santísima Virgen María, modelo de evangelización, que la Iglesia sea un verdadero hogar y una madre para todos los pueblos.A vosotros, queridos miembros de las Hermandades de Gloria y fieles devotos de san Isidro, os pido que viváis la fe y que sepáis transmitirla como Dios espera de vosotros. Lo pedimos hoy por intercesión de san Isidro Labrador. Amén.

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