Gabriel Ramos (Málaga, 1975), ingeniero de Telecomunicación y apasionado del baloncesto. Casado y con tres hijos, tenía 40 años cuando, en 2015, le detectaron leucemia. Tiene muchos motivos para vivir.
Durante la enfermedad, tienes muchos motores para seguir hacia adelante, obviamente tu familia es uno de los principales y sobre todo los niños, vivir cada momento que se pueda con ellos es una ilusión constante. Lo que peor se lleva no es el dolor propio de la enfermedad sino el causar dolor a tus seres queridos. Pero cuando vives el proceso desde la fe, descubres que se trata de transformar el dolor en amor.
Lo primero es la familia, pero siempre utilizo el termino “famigos” para referirme a otras personas muy importantes en mi vida, y son aquellos amigos que son familia y que no son muchos, pero también son un motivo para vivir. Son los que te ven igual cuando eras el ingeniero de éxito que cuando estás desahuciado en el hospital y ellos, que yo por suerte los tengo, son un motor para vivir.
La vida es un regalo tan grande que hay que respetarla, por los que no han podido disfrutarla, incluso en la enfermedad, yo se lo decía siempre a mi mujer y a mi madre: si en algún momento estoy muy malo, no os desesperéis, disfrutemos -aunque parezca rara la palabra- de la enfermedad porque es parte de la vida. La vida no es solo, placer, lujo y felicidad, tiene todos esos contrastes porque son parte de la misma vida. Lo triste es no saber vivirla, no saber entender que todo es parte de algo maravilloso que se nos regala. Hay muchos motivos para seguir vivo.
Gabriel Ramos