Los más de 4.000 tubos que componen cada uno de los órganos gemelos de la Catedral de Málaga resonaron el 24 de mayo a las órdenes de Joan Paradell (Igualada, 1956), organista titular de la Capilla Musical Pontificia Sixtina.
Entrevista a Joan Paradell, organista del Papa.
Ya es la cuarta vez que viene a Málaga. ¿Cómo ha sido su experiencia este año?
Me encanta venir. Los órganos de la Catedral son muy importantes, los más grandes de la época barroca que se conservan. Los dos son exactamente iguales y tienen unas características muy particulares. Decir que cada uno tiene cuatro mil y pico tubos son palabras mayores. Además, tienen dos caras, una da a la nave central y la otra a la nave lateral, con lo que se consiguen efectos estereofónicos.
¿Qué importancia tiene la música en la liturgia?
El organista y el coro son parte integrante, ministros de la celebración. Tienen un papel muy importante. Se trata de acercar a los fieles a lo que se está celebrando, unir a la comunidad.
¿Cómo valora la música de las celebraciones en la actualidad?
Hay mucho que hacer aún. Se tiene que luchar bastante para que haya más buena música en la Iglesia no solo en España, también en Italia.
¿En qué consiste el trabajo del organista del Papa? ¿Lo acompaña en todas las celebraciones?
Como organista titular del coro pontificio, toco solamente en las celebraciones papales más importantes: Navidad, Pascua, Pentecostés, Corpus… pero no es cada domingo.
Cuál ha sido el momento más emocionante de cuantos ha vivido como organista papal.
La renuncia de Benedicto XVI. Aquel fue un momento muy particular porque nadie sabía nada y nos pilló de improviso. Ver la cara de los cardenales, atónitos, que se miraban los unos a los otros como diciendo «¿Lo hemos entendido bien? ¿Será lo que ha dicho?». Y luego todo el proceso de la terminación del papado, la apertura del cónclave hasta la elección del nuevo Papa… Ha sido emocionante.
¿Con qué tema musical describiría el pontificado de Francisco?
Es difícil elegir uno solo. Alguno que expresara la alegría y la misericordia. Uno solo no sería representativo para esta gran apertura que ha significado el papado de Francisco.
Antonio Moreno Ruiz
