Guillermo Tejero: «La indulgencia continúa cuando yo vivo con los demás la misma misericordia de Dios conmigo»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Guillermo Tejero, responsable de coordinar las celebraciones jubilares en la diócesis de Málaga, hace balance del Año Santo de la Esperanza, destacando la participación del pueblo de Dios y el compromiso cristiano como rostro vivo de la esperanza.

¿Cómo ha vivido el Jubileo de la Esperanza al ser coordinador del mismo en la diócesis de Málaga?
Lo he vivido con mucha alegría. Ha sido un año marcado por numerosos encuentros con el Señor y también entre las distintas parroquias. Aunque no ha habido tantos grandes eventos como en otros jubileos, como el del año 2000, sí hemos vivido momentos muy intensos de peregrinación, encuentros y celebraciones que han sido profundamente fructíferos. En ellos se ha percibido una auténtica esperanza y muchas ganas de encuentro, tanto con Dios como entre nosotros.

¿Cuáles destacaría como los principales hitos de este Jubileo?
En primer lugar, la llamada a una renovación en la esperanza. Y, en segundo lugar, algo que nos ha sorprendido muy positivamente: la participación de todo el pueblo de Dios. Las peregrinaciones, tanto a la Catedral como al Cotolengo y a la iglesia del Sagrado Corazón de Melilla, han sido auténticos momentos de encuentro. Ha sido una experiencia que nos ha recordado que cada cristiano tiene una misión y una tarea, y que juntos estamos llamados a hacer crecer la esperanza.

¿Cómo valora la elección de los tres templos jubilares en la diócesis?
Creo que ha sido un gran acierto. El objetivo no era solo peregrinar a templos, sino descubrir dónde estamos llamados a ser rostros de esperanza. El Cotolengo es un ejemplo muy claro de ello: un lugar sencillo, en un barrio humilde, que nos interpela y nos invita a preguntarnos cómo podemos ser nosotros mismos esperanza en medio del mundo.

¿Cómo seguir cultivando la esperanza ahora que concluye el Jubileo?
La esperanza se cultiva, en primer lugar, con la oración. La oración es la raíz de todo. De ella me lleva a los sacramentos y, finalmente, al compromiso. Porque la esperanza necesita ser vivida en rostros concretos: no basta con decir “voy a ser bueno”, sino ser esperanza para alguien concreto, en un lugar concreto, con nuestro tiempo, nuestras palabras y nuestra generosidad. Todos estamos llamados a ser rostros de esperanza, especialmente en un mundo que tanto la necesita.

La indulgencia plenaria es una clave del Jubileo. ¿Cómo puede seguir presente en nuestra vida?
La indulgencia continúa cuando yo vivo con los demás la misma misericordia que Dios ha tenido conmigo. No es solo algo que recibo para mí, sino algo que estoy llamado a transmitir. Si he recibido perdón y misericordia, eso se traduce en una mirada más compasiva, menos dura y menos enjuiciadora hacia quienes caminan a mi lado.

¿Qué signo destacaría de que la Iglesia de Málaga navega en la barca de la esperanza?
Para mí, el mayor signo de esperanza es el rostro de cada cristiano que cada mañana se levanta para construir el Reino de Dios. Muchos pueden ser anónimos para el mundo, pero para Dios son un rostro concreto de esperanza, sembrándola allí donde están. Ese es, sin duda, el mejor signo que tenemos.

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