Gabriel Leal: «La Palabra de Dios nos da esperanza y nos invita a la conversión»

Diócesis de Málaga
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El domingo 26 de enero celebramos el VI Domingo de la Palabra de Dios bajo el lema “Espero en tu Palabra”, tomado del libro de los Salmos (Sal 119, 74). Se trata de un grito de esperanza: el hombre, en el momento de angustia, de la tribulación, del sin sentido, grita a Dios y pone toda su esperanza en Él. Con esta iniciativa, el papa Francisco quiere ayudar a comprender «cuán importante es en la vida cotidiana de la Iglesia y de nuestras comunidades la referencia a la Palabra de Dios, una Palabra no encerrada en un libro, sino que permanece siempre viva y se hace signo concreto y tangible». Ofrecemos hoy un recorrido por la Biblia de la mano del sacerdote y biblista Gabriel Leal. 

El sacerdote Gabriel Leal fue director de la Escuela Teológica San Manuel González, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y del Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo; y profesor de Biblia en todos ellos. En este VI Domingo de la Palabra de Dios nos da algunas claves sobre los textos sagrados.

¿Cómo le presentaría la Biblia a quien se acerca por primera vez a ella?

Lo fundamental es hacerle ver que la Biblia recoge toda una historia donde Dios se ha acercado al pueblo, especialmente a través del pueblo de Israel y, en esos textos se recoge esta experiencia de relación de Dios con su pueblo, al que le ha hablado con hechos y con palabras. Por tanto, lo que ofrece la Biblia es el proyecto de salvación que Dios tiene para todos los hombres de todos los tiempos, que se ha configurado durante siglos. Tiene dos partes, el Antiguo Testamento, al que hoy llamamos también primera alianza, porque la palabra “antiguo” tiene entre nosotros una connotación de algo del pasado; y la segunda parte es el Nuevo Testamento o la alianza definitiva de Dios con su pueblo. Cada uno de ellos corresponde a un momento distinto: en el Antiguo Testamento, la Historia Santa del Pueblo de Dios; y en el Nuevo Testamento, el inicio de la Iglesia con Jesús y sus discípulos y el desarrollo que esta Iglesia ha ido teniendo. Por tanto, cada parte ofrece un mensaje que intenta ser inteligible para cada situación cultural y comunitaria de la Iglesia. 

¿Cómo recomienda leerla?

En ella hay siglos y contextos culturales muy distintos. Existe el riesgo de hacer una lectura fundamentalista, por desconocimiento del contexto histórico y cultural, con el que el lector le haga decir a los textos lo que no dicen. Yo empezaría por el Nuevo Testamento, no porque sea más fácil, sino porque a través de la predicación y las catequesis es el más conocido. Y, dentro del Nuevo Testamento, empezaría por el Evangelio de San Marcos; después me leería el de  San Lucas; después invitaría a leer el de San Mateo y, al final, las cartas de San Pablo. Después, el Evangelio de San Juan, las Cartas de San Juan y el Apocalipsis, que quizás es más difícil porque está lleno de símbolos. Hay una ayuda muy buena para hacer este recorrido tanto en la Biblia de la Conferencia Episcopal como en la Biblia de Jerusalén, y en algunas otras, y es que al inicio de cada texto hay una pequeña introducción, sencilla, que nos da claves para entender con más facilidad el texto. Para los textos que son más complejos de comprender, suelen tener una nota a pie de página que clarifica bastante. 

El libro del Antiguo Testamento que recomendaría leer primero, ¿cuál sería? 

Yo creo que el Antiguo Testamento habría que leerlo, al principio, acompañado por alguien que conozca un poco la Biblia y que sepa presentarle las cosas fundamentales, porque son textos más complejos. Pero, puestos a elegir un libro, sería el de los Salmos, porque es fácil de identificarse con ellos para rezar; y también el Génesis y el Éxodo, porque en ellos se relata lo fundamental de la alianza de Dios con los hombres a través de Abrahán, en el Éxodo a través de la experiencia de la liberación de Egipto y de la tierra prometida… Y a las personas que estén muy interesadas en profundizar en la Palabra de Dios, les recomiendo que conozcan el curso bíblico que cada año ofrece el Centro Superior de Estudios Teológicos de la diócesis de Málaga, en el que participan profesores muy buenos que te dan las claves para entender los textos. Y también recomiendo una herramienta que ofrece a toda la diócesis, la Escuela Teológica San Manuel González, cuyo primer curso está dedicado a profundizar en la Biblia para comprender la figura de Jesús. Pero, por supuesto, no hay que ir a la Escuela para leer la Palabra de Dios, pues la Palabra de Dios está al alcance de todo el mundo lo que ocurre es que leer un texto de hace tanto tiempo, si uno no conoce un poco el contexto cultural, puede ser difícil. Por ejemplo, san Pablo, que a veces ha sido muy mal interpretado, cuando habla del hombre espiritual y del hombre carnal, no está hablando del alma y del cuerpo, sino del hombre que quiere vivir la voluntad de Dios y la acoge, del hombre que acoge la gracia de Dios y que quiere vivir con criterios mundanos pero siempre hombre que es cuerpo y es alma. Si uno no tiene esa noción, puede entender mal lo que el apóstol plantea, por eso viene bien tener una guía. 

¿Qué libro del Nuevo Testamento fue el primero en escribirse?

La génesis del Nuevo Testamento es muy sencilla. Cuando Jesucristo termina su vida terrena y asciende al cielo, los discípulos empiezan a comprender mejor, después del encuentro con el Resucitado, el alcance de lo que habían vivido con Jesús. A partir de ahí empieza una predicación, una comunicación del mensaje, que poco a poco va dando lugar a los textos escritos. El primer texto que se escribe, y además se escribe de un tirón, es la Carta de San Pablo a los Tesalonicenses. Entre los evangelios, el primero que se escribe es el de San Marcos, el segundo el de San Mateo, el tercero el de San Lucas, y el último el de San Juan, y después, el Apocalipsis. Así es como los estudiosos e investigadores lo presentan. Para leer los textos, yo comenzaría por el Evangelio y me ayudaría de unos libros que publicó la editorial Verbo Divino, en los que ofrece una guía para leer cada uno de los evangelios orando con la lectio divina.

¿Cómo vivir este Domingo de la Palabra de Dios?

En este día, dedicado a la Palabra de Dios, animaría a todo el mundo a tener la Palabra de Dios en sus manos. Lo más importante es el conocimiento de Jesucristo y de su salvación y donde mejor uno se empapa de ello es en la Palabra de Dios que por sí misma, tiene fuerza, tiene capacidad para alentarnos, para darnos esperanza, para invitarnos a la conversión. Los libros con el Evangelio de cada día son también muy aconsejables, así cada día se lee un trocito, sin caer en el riesgo de sacarlo de su contexto y malentenderlo. Como dice la Carta a los Hebreos, tengamos los ojos fijos en Cristo Jesús y eso se consigue leyendo el Evangelio, leyendo el Evangelio y leyendo el Evangelio. Y me gustaría terminar recordando lo que nos decía mi profesor, el querido D. Antonio Rodríguez Carmona, que a mí me sigue ayudando mucho: cuando le preguntaban por la bibliografía, él respondía que primero leer el Evangelio, después leer el Evangelio, después leer el Evangelio, y después algún libro interesante. Yo creo que esto es lo mejor que se puede aconsejar: una Biblia sencilla, con notas a pie de página y leerla, seguro que se van a alegrar.

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