La localidad de Alpandeire sería sólo una más de las bellas localidades que, como pinceladas blancas, salpican el paisaje de la Serranía de Ronda si no fuera por ser la cuna de uno de los personajes más populares del devocionario católico: el beato fray Leopoldo que ha llevado el nombre de su pueblo de un extremo al otro del orbe.
Aunque nacido en nuestra Diócesis, fue la vecina Granada la que disfrutó de los frutos maduros de santidad que ofrecía por sus calles y plazas como limosnero de la congregación de los capuchinos a la que pertenecía. Fray Alejandro, encargado de cuidar del
beato en sus últimos años, afirmaba que «es verdad que su cuerpo descansa en Granada, pero me dice el corazón que su espíritu está en Alpandeire».
Aunque su fiesta litúrgica es el 9 de febrero, en su pueblo esperan al 24 de junio, fecha de su nacimiento, para celebrar su procesión. Por su parte, en la popular barriada malagueña de Capuchinos cuentan con una estatua del beato y con una reliquia que se venera cada 9 de febrero en la parroquia de la Divina Pastora desde las 19.00 horas.
ORACIÓN
Oh, Dios, que dijiste: “El que se humilla será ensalzado”, vuelve los ojos de tu misericordia a las virtudes que practicó tu fiel siervo Fray Leopoldo y haz que también nosotros vivamos humildes y puros en tu santo servicio. Concédenos por su intercesión la gracia que te pedimos, si es de tu divino agrado. Amén.
JACULATORIA
¡Pastora divina de las almas! Por la filial y tierna devoción que te profesó Fray Leopoldo, dígnate interceder ante la Santísima Trinidad para obtener la gracia que te pedimos. (Tres Avemarías).
