
La experiencia #Despierta llegó hasta los jóvenes de Málaga. Se trata de una iniciativa de la Subcomisión para la Juventud y la Infancia de la Conferencia Episcopal para despertar el deseo evangelizador en los jóvenes con el objetivo de que se lancen a anunciar a Jesucristo en sus ambientes. Fran Ramírez, responsable de esta Subcomisión estuvo en Málaga iniciando a los jóvenes en la experiencia.
Fran, ¿por qué ese nombre para la experiencia? ¿Es que hay que despertar a los jóvenes, están dormidos?
No solo nuestros jóvenes, yo creo que la Iglesia tiene que despertar a un cierto anhelo evangelizador. El curso Despierta es, sobre todo, para despertar, valga la redundancia, el deseo de evangelizar. A veces, tenemos claro que debemos hacer una pastoral social para la que hay que formarse; tenemos que estar en comunidades y parroquias, con un proceso para toda la vida; pero ¿tenemos claro que somos evangelizadores? Eso es lo que ponemos en el corazón de los jóvenes en el curso Despierta.
No es una experiencia de primer anuncio, pero sí se hace en esa clave. Está pensada para los jóvenes que ya tienen un deseo de Cristo, en los que que ya el Señor está en sus corazones, los que empiezan a conocerle o incluso los que le conocen desde hace mucho tiempo porque son parte de una familia cristiana; y el objetivo es que sepan que ese amigo, Jesucristo, al que han conocido, tiene que ser anunciado y compartido con otros jóvenes. Y esto no es algo más dentro de las actividades y departamentos eclesiales, sino que es el objetivo principal. La evangelización es el objetivo principal de todo cristiano. El curso Despierta es una motivación para los jóvenes, en la que se les ofrece instrumentos y herramientas para que sean evangelizadores dentro de sus ambientes.
¿Hay algo que motive o atraiga a los jóvenes de forma especial?
Es una buenísima pregunta porque, si tuviéramos la respuesta definitiva seguramente que la llevaríamos a todos nuestros procesos pastorales, nuestras parroquias y nuestros movimientos. Está claro que la Iglesia necesita doctores, teólogos y catequetas pero, sobre todo, necesita testigos. Los jóvenes se enganchan por una mirada, por un vídeo… también por una homilía y por una adoración, pero, sobre todo, por el testimonio de un igual, de alguien que les dice: “pues sí, soy un joven como tú, tengo los mismos problemas, inquietudes, dificultades y obligaciones que tú, pero he conocido a Cristo y ha llenado mi vida”. Esto les engancha por encima de todo y es el comienzo de un camino precioso de amistad con Cristo. Para evangelizar está bien saber cosas, pero lo que hace falta es vivir cosas con Alguien que te ama, es decir, generar una amistad con Cristo para saber comunicarlo a otros y decir “soy feliz porque mi amigo es Cristo y estoy intentando vivir en su misma clave”.
¿Qué retos tiene hoy día la Pastoral de Juventud?
Se dice mucho que somos pocos, que las iglesias están vacías, que cada vez hay menos jóvenes… pero yo soy un enamorado de cambiar el foco y ver que, realmente, hay templos vacíos pero también comunidades eclesiales absolutamente vivas y renovadas. No podemos olvidar la Jornada Mundial de la Juventud, con la participación de un millón de jóvenes, muchos de ellos en búsqueda, en camino de fe… con muchas preguntas y con muchas ganas de ver al Papa, el vicario de Cristo. Pienso que hay muchos jóvenes que se están renovando, y también están renovando su deseo de conocer a Cristo en muchísimas experiencias de primer anuncio que están llenando las parroquias. Creo que todo esto es muy bueno y necesario pero el reto principal es que, después de conocer a Cristo, después de tener un impacto en el corazón, después de ser evangelizados propiamente, si me aceptas esta denominación, hay que empezar un proceso para que tengan un arraigo en la comunidad parroquial, en un grupo de formación en acción, divertido, dinámico, juvenil… Estamos generando esa chispa de la fe, del anuncio, pero también tenemos que generar procesos, caminos, acompañantes, comunidades en las que esa amistad no sea algo eventual, sino para toda la vida.
Por ahí va mi siguiente cuestión. Después del Despierta, ¿cómo se continúa este proceso, cómo se acompaña a estos jóvenes?
Después del impulso del Despierta, les invitamos no solo a ser luz en la universidad, en el trabajo, en sus familias y con sus amigos, de manera individual, sino también a ser luz de manera conjunta. La Delegación de Juventud de la Diócesis de Málaga es la que solicito a la Subcomisión de Juventud de la Conferencia Episcopal, el poner en marcha el Despierta. Veía esa necesidad. Ahora, la Delegación malacitana creará un equipo evangelizador que genere procesos, herramientas e instrumentos de evangelización y que incluso replique el curso Despierta para otras comunidades, parroquias y movimientos de la diócesis porque Despierta es un instrumento a disposición de toda la Iglesia. El equipo nacional vamos allá donde se nos solicita y el Despierta se queda en esa diócesis como un regalo para seguir creciendo.
¿Sigue siendo cierto eso de que el mejor evangelizador de un joven es otro joven?
Sin ninguna duda. Hay cosas que no pasan de moda. Hay muchos acompañantes adultos, de mediana edad, que lo están haciendo genial y a los que necesitamos, por supuesto, pero seguimos necesitando jóvenes y adultos-jóvenes que puedan seguir con ese celo y con ese deseo de acompañar a los jóvenes y guiarles con las intuiciones que el Señor nos va poniendo cada día.
Un joven que esté lleno de Dios, un joven en proceso, uno que se esté cuestionando cosas, que sienta mariposas en el alma… y empiece a comentarlo a sus amigos, a su familia, a sus círculos más cercanos, esos son los jóvenes que transforman. Ahí está la clave del Despierta, en hacer ver a todos estos jóvenes que ya caminan en sus parroquias, congregaciones o movimientos, que son muy protagonistas para que la diócesis de Málaga, en clave de pastoral con jóvenes, sea fuego evangelizador y llegue al corazón de los alejados y no conocen esta propuesta tan bella que plenifica el alma: Cristo.

