Julio Borrero y María Gracia Cordero pertenecen a la parroquia de San Patricia de Málaga. Su destino en misión es Managua, en Nicaragua. Julio tiene 69 años y su mujer, Gracia, 64. Son padres de cinco hijos, cuatro de ellos casados. Otro, está en el Seminario.
Julio es jubilado de hostelería y María es ama de casa. «Que sea el Papa en persona quien nos envía lo vemos como un regalo enorme del Señor. Es importantísimo, porque nos confirma estar en comunión con la Iglesia, es la Iglesia la que nos envía». Julio y María ya han tenido la oportunidad de conocer durante dos meses el lugar donde realizarán su misión. «Ayudamos en la cocina y el comedor de un seminario diocesano misionero, donde estudian 46 seminaristas; y nos vamos a incorporar también a un grupo para la catequización de adultos. Lo poco que hemos vivido allí no tenemos palabras para explicarlo. Nos fuimos con un miedo enorme, pero viendo que el Señor nos llamaba. Lo que yo he recibido allí no está pagado con nada. Es el ciento por uno. Una experiencia preciosa. Yo estaba muy asentada en mi casa, no tenía nada más que la rutina de ir y venir a la parroquia. Pero ahora, es como si me hubiesen abierto una ventana enorme a la realidad de la Iglesia y del mundo. Estoy hasta físicamente mejor».