«¿Estaré siendo fiel? Eso me lo pregunto muchas veces?»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Entrevista al sacerdote y canónigo de la Santa Iglesia de la Catedral Isidro, Rubiales Gamero.

¿Qué es lo más inteligente que se puede hacer en esta vida?

Hacer el bien, siempre hacer el bien.

¿A vivir se aprende?

A vivir se aprende, la vida es maestro de la persona, la vida nos enseña. Podemos decir muchas cosas, claro.

¿Y a ser sacerdote, se aprende también?

Se aprende. No es lo mismo el primer año de sacerdote que cuando llevas sesenta.

Sesenta años de sacerdote…

De sacerdote, ordenado con D. Emilio Benavent. En la catedral catorce compañeros, entre ellos estaba Santiago Cabrera y, bueno, pues se han ido muriendo uno y otros y quedamos cuatro.

¿Has sufrido alguna crisis vital?

Pues no, gracias a Dios no. Yo he sido un afortunado por muchas cosas, pero una de ella es que he tenido siempre a mi familia, mis padres y mi hermana

¿Cuál es tu gran aportación a la diócesis de Málaga?

Bueno, eso es difícil decirlo, pero uno procura que sea una manifestación del Evangelio. Esa es la preocupación que siente uno porque es sacerdote; y que la gente esté contenta, es una satisfacción también para mí.

¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy?

El mayor desafío es la evangelización. Eso ha sido siempre, pero como hoy ya tenemos más frentes, tenemos que dejar expulsar todo lo necesario para que nuestra manifestación sea la más auténtica, la más evangélica posible, porque eso muchas veces no lo podemos conseguir todo lo que queremos.

¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar?

Esa respuesta es muy difícil. Quizá lo más difícil es cuando predicas el Evangelio es ir uniendo la predicación y ser testigo de Jesús.

¿Qué cosas te importan de verdad y que cosas no te importan?

Pues todo lo que sea del mundo me importa, porque tengo que ir a ellos a evangelizar. Hay que llegar hasta donde se pueda llegar.

¿Quién es Jesucristo para ti?

¿Qué quien es Jesucristo para mí? El enviado del Padre.

¿Quién dice la gente que es eres tú?

Pues no podrán decir más que eso: que procuro estar el mayor tiempo posible en el mundo entre la gente y después ellos no me dicen nada que le choque ni nada. Solo que están contentos y eso es lo que yo quiero.

¿Te gusta complicarte la vida?

Pues mira, uno a bote pronto no, pero después uno mira su historia y ha sido todo eso, ahí ha estado todo mi trabajo, yo he tenido hasta fábricas de camisas, por eso te digo. Yo estuve en Sierra de Yeguas, el pueblo, y allí me encontré un problemón, porque tenían los padres que mandar a las hijas a trabajar a Palma de Mallorca a todos esos sitios, vaya un problemón, y allí monté una fábrica.

Y siendo cura en Sierra de Yeguas montaste una fábrica…

Siendo cura sí, y monté una fábrica. Fui muchas veces con mi seiscientos a Loja, porque allí había fábricas de camisas y como me pedían eso ¡pues venga anda! Pero, después, lo que pasa no encontraba sitios para montarla; pero me pidieron hasta 300 mil pesetas y eso no podía ser y encontramos una escuela allí dejada cerrada y me la cedió el Ayuntamiento y, después, ya el ayuntamiento le hizo un edificio de 10 metros cuadrados.

O sea, que complicártelo se lo has complicado una mijita ¿no?

Fue complicado sí, dadas las circunstancias sí; luchamos porque fuera lo más auténtico posible dando un testimonio en la calle. Luego vine a San Felipe, es la parroquia que estado más años en mi vida, estuve 17 años allí en San Felipe y muy bien la verdad. He sido arcipreste de aquí de Málaga muchos años, siempre en nuestra misión de predicar y sobretodo con ejemplo, dando ejemplo. He estado 12 años de párroco en San Juan Bautista, en la capital y desde 2001, soy canónigo de la Catedral y ayudo a mis compañeros en todo lo que puedo.

¿Cómo te gustaría morir?

Pues me gustaría morir con el deber cumplido en nuestra misión y eso, pues muchas veces, no es fácil, pero en ese sentido tenemos que luchar y trabajar para un testimonio de Jesús, lo que Jesús querría y quiere que hagamos. Ahora eso no es fácil.

¿Y qué le dirías a quien se está planteando si Dios lo llama para ser cura?

Que va a ser la etapa más alegre de su vida, porque esa es la verdad. Facilita nuestro deseo de hacer el bien y nos da la oportunidad de ir a una parroquia y después te entregas por completo a las necesidades que ellos te piden.

Entonces, ¿Has pasado una época muy feliz?

Sí.

¿Por qué no sonreímos más los sacerdotes? En el seminario podrían dar una clase de sonrisa…

A mí la gente me lo dicen, que estoy muy contento siempre y yo no sé lo que hago para estar contento; muchas veces el final de la vida es lo más feliz del mundo, porque vas a encontrarte con Jesús y tú has intentado ayudar en todo lo posible, por eso es una satisfacción enorme que un compañero se vaya.

¿Podemos decir que hemos venido y que estamos aquí para ser felices?

Sí, lo podemos decir porque el Señor no nos va a complicar la vida. Es verdad que para ser feliz un sacerdote tiene que complicar su vida. Desde San Pablo hasta Santa Teresa de Jesús pasando por San Juan de las Cruz han sido felices y han comunicado felicidad a su alrededor, así que yo creo que sí, que ese es el camino.

¿Qué te preguntas a ti mismo?

Pues siempre, la pregunta es ¿estaré siendo fiel? Eso me lo pregunto muchas veces y estoy siempre procurando llevar mi vida a responder esa pregunta, a ser lo más auténtico posible, a dar los pasos que hay que dar.

¿Cómo te ves con el paso del tiempo has mejorado como los buenos vinos?

Hombre, yo pienso eso, luego ya eso tienen que decirlo lo que nos ven. Cada uno pensará una cosa, pero claro, tienes que estar en el mundo sin ser del mundo, pero el Señor no nos ha escogido para poner caras tristes, él no ha querido eso. Aquí lo que me está preguntando que seamos felices y si cumplimos con nuestra misión, somos felices inmensamente felices.

¿Qué es lo más complicado que vives como sacerdote?

Lo más complicado, es que es muy difícil estar metido en el mundo sin ser del mundo, entonces la complicación es esa, que es estar con un mundo que no te lo pone fácil, entonces tienes que estar constantemente negándote a ti mismo, humanamente hablando, esto no lo quiere el Señor, esto sí…

¿Qué le preguntarías a un joven que se plantea su vocación sacerdotal?

Si está dispuesto a seguir al Señor con todas sus consecuencias.

¿Dónde encuentras la felicidad?

En la generosidad de mi entrega, lo que pasa que como es difícil te tienes que agarrar a la ilusión, al testimonio y hay que salir adelante, no te puedes entretener porque no estamos para perder el tiempo y en eso estamos, que con 20 años y con 80 también se presentan las dificultades en todas las etapas de la vida, pero nuestra gran satisfacción es que no estamos solos, él va con nosotros.

¿Rezas para tener éxito?

Bueno, no te creas, en ese sentido uno ya se entrega y, diariamente, procuramos que estemos dentro de las líneas del Evangelio.

¿Te preocupa cómo vive la gente? ¿Por qué?

Bueno, me preocupa los que viven mal físicamente, pero también los que viven mal espiritualmente, porque ellos saben lo que les pide en el Evangelio y si no se lucha ni se entregan en sus cosas… por eso ahí está el trabajo ser auténtico y seguir luchando y no cansarse y tirar por la borda el trabajo.

¿Eres un sacerdote dócil?

Sí, procuro ser lo más dócil posible. Muchas veces es bastante difícil, pero dentro de eso ahí está la felicidad en ser dócil. No nos dan posibilidad, al contrario te lo hace más fácil, yo no puedo dejar mi oración, ni el ministerio, en eso estamos diariamente.

¿Qué es para ti el tiempo?

El tiempo es un tesoro, por eso no podemos perderlo, pero a veces, sin querer, se te va.

¿De qué te arrepientes o tienes remordimiento?

Me arrepiento de no haber dedicado más tiempo a la evangelización, que a veces se nos va el tiempo en cosas que remotamente puede ayudar a eso, pero cosas esenciales se pueden hacer sin quitarle tiempo al tiempo. Cuando estás en una parroquia, como ves tantas necesidades, a lo mejor te entregas a una cosa que no son tan importantes como otras, pero eso son las cosas humanas.

¿Tu viaje favorito?

Han sido tres viajes: la de Santiago de Compostela, la de Roma y la de Jerusalén y además, te digo una cosa, sin que ninguno me hubiera costado dinero; para Santiago de Compostela me presentaron a unas señoras que querían ir también, fuimos con mi madre y mi hermana y fueron gratis. Luego Roma, cuando cumplí 25 años de sacerdocio organizaron una fiesta y después de la comida me entregaron un cheque de 100.000 pesetas para ir a Roma, entonces yo se lo dije a los compañeros y me dijeron que se venían conmigo porque también estaban cumpliendo lo mismo que tú, entonces fuimos 8 o 10 compañeros y los que quedamos fuimos a Roma y fuimos la primera semana de junio, entonces estaba el papa San Juan Pablo II: se paró y vino a nosotros y me acuerdo de una frase que preguntó de dónde sois y dijimos Málaga y él contestó «¡Oh Málaga, Málaga!» y claro eso se quedó grabado para siempre y a los compañeros, y muchos de ellos ya han fallecido e incluso alguno que ya habían dejado el sacerdocio vino también con nosotros. Y la tercera, si quieres ir no tienes ni que pagarlo: a Jerusalén: cuando ya llegó el avión allí y aterrizamos, cada uno se fue en su autocar y ya estuvimos allí aquella semana viajando a novecientos sitios y explicando. Aquello fue imborrable, eso es para siempre, porque como te digo el Calvario, el Santo Sepulcro… eso es para siempre.

Dime pequeños placeres

Pequeños placeres en el sentido como te digo cuando yo no tengo que salir en parroquia o en catedral y estoy en mi casa. Yo siempre he sido un hombre de su casa, será que como estuve más de treinta años con mi familia pues yo le serví, no lo cambio por nadie. He sido muy feliz, lo que pasa que nunca eres feliz completo porque, claro, estás luchando por un mundo que no te comprende, pero tú vas sembrando y luego ya el Señor se encarga del crecimiento nosotros sembrar, nuestra misión es sembrar el testimonio en esta vida y la palabra. Entonces, pues gracias a Dios, ya te digo realmente feliz. Mi padre, mi madre y mi hermana me dejaron testimonios maravillosos.

¿Recoges lo que siembras?

Verás, eso de recoger, porque a ver lo que yo quiero recoger, porque tienes la satisfacción que has hecho lo que el Señor quería.

Un olor que recuerdes

Hombre hay muchos olores, pero uno de ellos es el campo la labranza, el sembrador sembrando sus semillas.

¿Eres pariente del sacerdote diocesano Miguel Gamero?

Sí, me dicen que mi abuelo era primo del suyo, lo que pasa que su madre era de Ubrique.

Un perfume que te cautive

Hombre, estar en una iglesia que esté perfumada eso te cautiva, porque tiene que ser necesario. Siempre he tenido una señora a cuidado del Sagrario, entonces ha llegado y lo ha perfumado.

Tu flor favorita

Pueden ser las rosas, las azucenas.

La palabra más hermosa del diccionario

Amar.

¿A estas alturas del partido volverías a ser sacerdote?

Yo creo que sí, además, corregiría los fallos que haya tenido y sería feliz también.

Rafael J. Pérez Pallarés

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