El domingo 4 de junio, continuando con la Visita Pastoral que el Sr. Obispo viene realizando al arciprestazgo de Axarquía-Costa, la parroquia de Santa Ana, en Benamocarra, recibió a D. Jesús Catalá «en un día intenso de emociones y alegría», explica el párroco Daniel Ceratto.
El Consejo Pastoral, las autoridades civiles, la Cofradía del Santo Cristo de la Salud, la Hermandad de San Isidro y la Cofradía del Nazareno, junto a otros fieles colaboradores de la parroquia, lo recibieron en la plaza del Calvario y, después de conocer una de las calles en las que se muestran instrumentos musicales distintivos del pueblo, cuna del músico y compositor Eduardo Ocón Rivas, la comitiva se dirigió hacia el templo parroquial.
A las puertas del templo, el Sr. Obispo besó el crucifijo, bendijo el agua y asperjó a los presentes, recordándoles el significado de ser bautizados, hijos de Dios. Mientras D. Jesús dirigía sus pasos hacia el Sagrario, la Banda de Música interpretaba un fragmento de “Mi Amargura”, obra de Víctor Ferrer.
Tras un tiempo de oración ante el Santísimo, el párroco dio la bienvenida al Sr. Obispo con las siguientes palabras:
«Querido Don Jesús, el pueblo de Benamocarra y en particular los fieles de la parroquia de Santa Ana, le damos la bienvenida desde una convicción de fe, aquello que usted representa: un consagrado elegido de Dios, un sucesor de los Apóstoles, un padre puesto por voluntad de Dios en ésta nuestra diócesis de Málaga.
Esta Visita Pastoral es lluvia para nuestras almas. ¡Qué mejor signo de la unidad de los cristianos, cuando el Obispo preside la Asamblea! ¡Qué mejor oportunidad para sentirnos parte de una gran familia unidos por los lazos de la fe y la caridad, cuando el pastor y padre, nos expone la fe y parte para nosotros el pan de Vida!
Querido Don Jesús, que Nuestro Santísimo Cristo de la Salud, a quien todo nuestro pueblo y alrededores rinde culto y devoción, lo acompañe siempre, y bendiga esta Visita Pastoral, derramando hoy la gracia divina, a través de su persona.
Permítanos expresar esto que he dicho y nuestro gozo, con aquello que caracteriza nuestro pueblo de Benamocarra, la música».
Tras sus palabras, la Banda de Música interpretó “La Sangre y la Gloria”, obra de Alfonso Lozano.
En palabras de los fieles, «D. Jesús se mostró emocionado y es que, como nos contó después, nuestro Obispo ha crecido bajo la protección de un Santo Cristo de la Salud, patrono de su pueblo, similar al que se venera en Benamocarra».
La Banda de Música de Benamocarra está compuesta, en su mayoría, por jóvenes, a los que el Sr. Obispo dedicó más de media hora de diálogo ameno, con preguntas, respuestas y consejos. «Uno de los temas más bonitos que surgió del interés de los adolescentes y jóvenes fue cómo surgió su vocación, la cual estuvo contando y aprovechó para hablarles de que no está bien dicho aquello de “qué quieres ser de mayor”, sino que para un cristiano tiene que ser una pregunta que cada uno debe hacer a Jesús: “Señor, qué quieres tú que yo sea”; y que nadie tuviera miedo de responderle a Jesús, que entre los presentes, Dios podía elegir a alguien para que fuera sacerdote, misionero o religiosa», explicó el párroco.
El Sr. Obispo visitó también a tres mujeres mayores de la parroquia a las que su estado de salud no les permite celebrar la Eucaristía en el templo, «conversó con ellas, las animó y les dio la comunión».
De regreso al templo, el prelado se sentó en el confesionario para impartir el sacramento del perdón a cuantos feligreses se acercaron y después tuvo lugar la Asamblea Parroquial.
«D. Jesús nos platicó sobre varios temas esenciales para vivir la fe en la actualidad, observando cómo ya no vivimos aquellos tiempos de una Europa que se guiaba por principios y mentalidad cristiana. Así, nos hacía notar la diferencia entre religiosidad y cristiandad, remarcando que hay estilos de vida que no son cristianos, que tienen una idea de Dios que no es aquella que nos transmitió Jesús», recuerda el párroco.
En la Asamblea también hubo tiempo para que los feligreses hicieran preguntas al prelado y viceversa, un tiempo que concluyó con una propuesta del Sr. Obispo: “¡que levante la mano quien desee ser feliz!”; «y como todos deseamos ser felices, esa es una ventana por la cual podemos testimoniar la fe, ya que tenemos la experiencia de ser felices con Jesús, hizo ver el Sr. Obispo», añade el párroco.
La Asamblea estaba “enganchada” al diálogo y D. Jesús animó a la comunidad a celebrar encuentros para dialogar, compartir opiniones y crecer como familia cristiana.
A las ocho de la tarde daba comienzo la celebración de la Eucaristía, en la que participaron integrantes de cada realidad parroquial. Los cantos corrieron a cargo del Coro Romero Manantial que, para el canto de entrada contó con los niños que han recibido este año la comunión por primera vez.
Antes de la bendición final, el párroco Daniel dirigió al Sr. Obispo estas palabras de agradecimiento:
«Querido Don Jesús, aún con el ajetreo de estos meses, confirmaciones, primeras comuniones, fiesta de san Isidro, romería… creo que la mayoría hemos preparado nuestro corazón para esta visita pastoral. Ya la noticia de que este año nos visitaba el Obispo, tanto a mí como párroco, como a los fieles nos llenó de entusiasmo, un impulso a reavivar la fe, y también, como usted nos ha dicho “a revisar la fe”, para vivirla de verdad, para celebrarla y así llenarnos de esa alegría y paz que sólo Cristo puede darnos.
En nombre de las cofradías y hermandades de nuestro pueblo: la del Santísimo Cristo de la Salud, Virgen de los Dolores y Resucitado; la del Nazareno y la Hermandad de san Isidro, y también de las autoridades de este pueblo, que de verdad siempre están 100% disponibles a colaborar y armonizar la vida civil y religiosa, quiero agradecerle de corazón su cercanía, sus palabras y sus consejos que ahora nos toca llevar a la práctica.
Lo esperamos pronto, y si no antes, lo esperamos en abril de 2024 para la celebración del XVII Encuentro Nacional de Hermandades de San Isidro».
Le entregaron unos recuerdos, se hicieron algunas fotos para el recuerdo y después el Sr. Obispo y el diácono permanente, José Fernández, compartieron con la comunidad parroquial un ágape fraterno.