Especial en Marca del trinitario Andrés González, párroco y capellán de prisiones en Málaga

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

La versión online del diario Marca dedica hoy un especial multimedia a la afición al pádel del trinitario Andrés González, párroco in solidum de las parroquias Jesús Obrero y San Pío X de Málaga y capellán del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre. En el reportaje el padre Andrés, de 80 años habla de su vocación, de su afición al deporte, y cuenta cómo conoció al papa Francisco en Argentina y cómo la fe le ayudó a superar dos cánceres.

Puede acceder al reportaje completo firmado por José Ignacio Pérez, con fotos y vídeos en la web del Diario Marca, en este enlace.

Ofrecemos, a continuación, un fragmento del texto:

EL CURA DEL PÁDEL

La dejada se queda por poco en la red.

-Padre, en ese golpe había mucha maldad, ¿eh?

-No tanta. Que lo he fallado -responde el cura.

-Aquí no hay compasión… -se escucha.

Los cuatro jugadores corren por una de las pistas del Ático Pádel Torremolinos.

El sacerdote, el Padre Andrés, nació en 1944 y tiene 80 años, el pasado 26 de enero los cumplió. Su compañero Fran Ramos, 46; y en la pareja rival, Esther Guerra, 49, y José María Corredera, 34.

Prácticamente, dobla a todos la edad.

5-5 en el set. Y allí nadie quiere perder.

Es mediodía, del vienes 12 de abril, pega el sol en Málaga y el partido enfila hacia el final.

«Dios es mucho más importante que la pala», dice Andrés mientras nos enseña una cruz plateada, un regalo de un preso, que lleva colgada del cuello.

Lo primero es la fe, la Iglesia.

Cuando el cura entra en la capilla, preciosa, y se acerca al Cristo crucificado hace una genuflexión.

«Demos gracias a Dios por la vida», susurra.

Amén, Padre.

Lo dice porque es sacerdote. Y porque está vivo, aunque podía estar muerto.

A Andrés González García, muchos le conocen en Málaga como el ‘cura del pádel’. Octogenario, deportista y superviviente. Se podría decir que él es un milagro.

Ahora puede jugar, ahora goza de buena salud. Sin embargo, lo que él tuvo es tan malo que a menudo no se cura.

El primero llegó de pronto. De próstata; se la quitaron. Fue duro. «Sufrí mucho. Muy doloroso, pero lo superé», dice. De eso hace 15 años, tres lustros ya.

El maldito cáncer volvió a aparecer después.

El segundo lo detectaron rápido. De colon, esta vez; le extirparon el tumor. Volvió a ser duro. «Me operaron, cortaron por lo sano… y hasta hoy», asegura. De eso hace 10 años, una década ya.

El padre Andrés, que es Trinitario, está curado. Ni toma medicinas ni nada…

«Le doy gracias a Dios», agradece.

«¿CON LA EDAD QUE TIENES JUEGAS AL PÁDEL?»

Si no se ve, cuesta creer lo del Padre Andrés. Eso fue lo que le sucedió la primera vez a Antonio Jesús. «Me casé y nos mudamos cerca de La Palmilla, donde él tiene la parroquia. Llevamos allí a los niños a catequesis y, en el segundo año, yo hice el curso de la confirmación, que me dio él. Así empecé a tener más trato con Andrés. Me incorporé al equipo de catequistas… Y un día me dice que juega al pádel. ‘¿Con la edad que tienes?, le pregunté sorprendido. La gente que lo conocía me decía que jugaba muy bien a pesar de tener por entonces casi 80 años. Hasta que fui a jugar con él y comprobé lo bueno que es», rememora.

Él se aplica su propio tratamiento. «El deporte siempre ha sido mi mejor pastilla», asevera. No hay semana que perdone su partido de pádel con los amigos. En la pista siempre es el ‘anciano’; el resto, chavales de 40, de 50, a veces de 30, incluso alguno de 20.

Andrés es un espectáculo.

«Se le quedan mirando cuando está jugando. Ataca, presiona, volea, hace dejadas, corre… No se creen que tenga 80 años», cuenta José Manuel Perea, uno de sus compañeros en los partidos de los viernes. Él aún no ha cumplido los 50, va por los 48.

«Cuando vamos llegando a la pista, los que solemos ir tenemos entre 40 y 50, la gente alucina al verle a él. Deben de pensar: ‘¿Este hombre dónde va?'», comenta Antonio Jesús Gavira, otro de la cuadrilla del pádel, otro de 48. Pronto se disipan las dudas. «Hasta que se pone a jugar. Es rápido, ágil, tiene fuerza para golpear… Es una máquina, es muy bueno», prosigue.

«Yo tengo mucha movilidad todavía, no sé, será por los genes…», afirma Andrés, que deja claro que es autodidacta: «Nunca he tenido profesores de pádel»

Parece mentira.

Por eso muchos preguntan… «‘Cura, ¿quién te ayuda? A ti uno de arriba te echa una mano, ¿eh?’, me dicen», recuerda el sacerdote, y sonríe.

Se ríe porque además… ¡Casi siempre gana!

«Ahora está de un subido… Hace mucho que no pierde», dice Silvia Planas. Ella coordina una asociación, se llama VIVE, en la parroquia Jesús Obrero, la de Andrés, en el barrio de La Palmilla. «Le gana a todo el mundo y encima vacila», tercia José María Fernández, voluntario de Cáritas y catequista.

El sacerdote es muy competitivo. «Quiero ganar hasta en los entrenamientos. En el pádel… y en todo», comenta. Tanto que en alguna ocasión le tienen que ‘parar’. «A veces, en algún partido, le digo: ‘Padre, no sea tan ambicioso'», desvela Fran Ramos, funcionario de prisiones y profesor de tenis. Le conoce porque el cura también es el capellán de la cárcel de Alhaurín de la Torre.

(…)

Puede acceder al reportaje completo firmado por José Ignacio Pérez, con fotos y vídeos en la web del Diario Marca, en este enlace.

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