El sacerdote Juan Manuel Barreiro nos cuenta su experiencia entre los más pobres.
¿Cómo se siente amigo fuerte de Dios en mitad de la pobreza?
Personalmente intento vivir más plenamente el sentido vocacional que tiene mi vida. Es el Señor quien me ha llamado, me ha enviado y me ha confiado su tarea: evangelizar hasta los confines. La pobreza a la que actualmente estamos sometidos, en esta tierra, tiene mucho de limitación, molesta de una manera atroz, es fruto de la injusticia impuesta por un sistema político de corte totalitario que vive de espaldas al pueblo… se pasa mal. Pero entre los pobres puedo vivir una relación humana mucho más estrecha, especial, muy «humana»donde, a pesar de las carencias y dificultades de todo tipo, no falta la alegría. La alegría de los pobres es como un Evangelio, entre mis pobres descubro a Cristo. Lo creo de veras, ¡Jesús es mi mejor Amigo!
¿Cómo se transmite esa fortaleza a la gente que peor lo está pasando?
Yo me impongo la tarea, estoy seguro de que mis hermanos sacerdotes misioneros también, de estar junto a ellos (un pueblo empobrecido), acompañándolos en lo cotidiano y los momentos determinantes de sus vidas, haciendo camino juntos, tratando de no defraudar la confianza que les merece la Iglesia, el sacerdote. Como tesoro de la experiencia, ha ocurrido en varias ocasiones con gente distinta, ha sido en la Eucaristía que nos ha facilitado un descubrimiento gozoso de la presencia y bendición del Resucitado como con los de Emaús.
Encarni Llamas Fortes