«Clave» del P. Cristóbal Roa, SJ, capellán castrense.
El deseo del profeta Isaías «De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará ya más la espada contra otra» (Is. 2,4) desgraciadamente no se ha cumplido ni se cumple hoy. Y «mientras exista el riesgo de guerra (…) no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes n.79). Por eso, dada la peculiaridad de los militares, la Iglesia atiende espiritualmente a los militares católicos mediante los capellanes castrenses organizados en una diócesis personal.
A su vez, la organización militar tiene el Servicio de Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas mediante el cual los sacerdotes podemos desempeñar nuestra función de enseñar y santificar en las Unidades Militares a la que somos destinados.