Enrique García: «Los reclusos tienen un apoyo muy fuerte en la Pastoral Penitenciaria»

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Enrique García presentó este miércoles su película «321 días en Michigan» en el Festival de Málaga de Cine Español. Se trata de la primera película netamente malagueña que compite en la Sección Oficial de este certamen. «Ha dejado de ser mía, ahora es del público», confesaba Enrique horas después del estreno refiriéndose a su primer largometraje. Para rodar su drama carcelario, Enrique se documentó durante meses hablando con internos y funcionarios de la prisión de Alhaurín de la Torre. Conoció también de cerca el trabajo de la Pastoral Penitenciaria y asegura que supone «un apoyo muy fuerte para los reclusos».

-¿Satisfacción después de haber presentado «321 Días en Michigan», la primera película netamente malagueña que llega a la Sección Oficial del Festival de Málaga?

-Muy satisfecho. Cuando la pantalla se tornó a negro y empezaron los créditos, pese a que tenemos una canción preciosa compuesta por Fernando Velázquez e interpretada por Pasión Vega, nadie le echó cuentas…Porque todo el mundo se dio la vuelta y se pasaron todos los créditos aplaudiendo. Nos dedicaron una ovación que, por minutaje de la película, duró cuatro minutos y medio. Eso, en el Teatro Cervantes, no lo he vivido en la vida. Nunca he presentado un trabajo en el Cervantes, pero mirabas a la platea y mirabas los palcos y había una entrega y un cariño muy grande. Los aplausos, si no son honestos, no duran cuatro minutos y medio ¡a la gente le duele las manos! (risas). Nosotros estamos muy satisfechos. Vimos la película con los ojos de quien la ve por primera vez, que era el público nuestro. Y a mí me entraba esa responsabilidad. Pensaba «que reaccionen aquí», y reaccionaban…»que les guste aquí», y les gustaba… Es muy bonito. Aparte, ya redondeamos el día sin tropezar en la alfombra roja, sin tartamudear cuando tuve que echar el discurso, yo soy muy de tropezar y de tartamudear (risas). Fue muy bonito. Esta mañana, curiosamente, nos han despertado con llamadas de distribuidores interesados en comprar la película y eso es muy bonito. Ahora, también te lo reconozco, somos unos ambiciosos de cuidado. Porque primero queríamos estar en el festival y ahora … ¡queremos ganar!. Nos ha completado tanto estar que ahora estamos muy pendientes a lo que ha dicho la prensa. Nos alegra mucho que se haya hecho hincapié en Virginia DeMorata como opción al premio a Mejor Actriz. A lo mejor el premio ya es ése, aunque no lo gane, porque hay una competencia muy dura. Porque Carmina Barrios y María León están espectaculares, también Lola Dueñas…Que nuestra protagonista juegue en esa liga es una alegría. Héctor Medina, Salva Reina, también han sido muy valorados por la crítica.

-¿Cuánto tiempo ha pasado desde que germinó la idea de la película hasta que se estrenó ayer?

-Curiosamente, hace exactamente un año que estábamos rodando. Del 11 de marzo al 10 de abril rodamos la película en la Prisión Provincial de Málaga. El germen nació en el 2009 con la primera visita que yo hago a un taller del centro penitenciario de Alhaurín para proyectar unos cortos en los que me acompaña Virginia, que es la protagonista de uno de los cortos y conozco a Chico García, el protagonista. Allí me proponen rodar dentro al tiempo que daba un taller de cine. Yo, por una especie de apuesta estúpida que me hice, dije: «Lo que escriba va a ser para vosotros dos». Entonces se hizo el corto «Tres Razones» rodado a final de 2009 y cuando salió a la luz en mayo de 2010 generó una expectación previa que luego se convirtió en un «queremos saber más de estos personajes y de la historia. Yo ya tenía claro, antes de que se proyectara, que el cortometraje pedía un largometraje. ¿Ventajas y desventajas? El corto funciona muy bien, pero no podíamos repetirlo porque íbamos a estirar el corto, entonces hemos respetado la cara de sus protagonistas, los nombres de sus intérpretes, pero hemos reinventado la historia, la hemos reformulado con nuevos motores, con nuevas situaciones, inclusive con un carácter distinto. El cortometraje funciona muy bien. Hasta hace un par de semanas se estaba proyectando en la filmoteca de Córdoba. El cortometraje empatiza mucho con la gente. Quienes lo han visto dicen que no se parece en nada al largometraje. Sólo que son las mismas caras protagonistas y es en la cárcel. Y eso es lo que yo quería hacer: reinventar la historia.

-¿Cuánto de realidad hay en «321 días en Michigan»?

-Toda la que hemos podido introducir, y más. Y además ha sido posible gracias a los internos de Alhaurín y los funcionarios que han leído el guión y nos pasaban notas y apuntes. Había cosas que, obviamente, eran licencias cinematográficas. Con respecto al papel del funcionario mi idea, en ningún momento, era mostrar una imagen errónea de que permitían «trapicheos». Pero en la peli tiene que haber para no aburrirnos. Pero siempre la justificaba con «ellos no se enteran y cuando se enteran, actúan».

-Ha habido un gran trabajo de campo a la hora de documentarse para esta película. Ha hablado con funcionarios, internos y voluntarios ¿conoce a la Pastoral Penitenciaria?

-Por supuesto. Es que gracias a Dios hemos tenido un proceso de documentación y hemos conocido a muchísima gente que dedica su tiempo y su esfuerzo para que los propios internos puedan encontrar su norte. Es muy necesario tener claro que un interno es una persona que ya ha sido condenada y que la ley dice que tiene que cumplir un período y le ofrece una serie de determinadas opciones y de vehículos para que ellos se puedan encontrar a sí mismos. Con la pastoral tienen un punto de apoyo muy fuerte.

-¿Verán la película los reclusos del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre?

-Mañana van a verla. Hay frases que yo sé que les van a remover y que incluso dicen cosas muy tremendas de por qué están ellos en la cárcel. Para mí va a ser el público más exigente. Es una película sobre ellos y para ellos. El de ayer era un público ajeno al mundo penitenciario, por lo tanto para ellos todo es nuevo: toda la dinámica de funcionarios, de cómo los tratan, de cómo se comunican, de cómo hablan con ellos…El público lo estaba descubriendo ayer. Los estaba «metiendo» en la cárcel. Pero mañana verá la película gente que está en la cárcel y que son muy susceptibles. Ellos no entienden de licencias cinematográficas. Ellos lo van a mirar con un ojo muy crítico. Desde que empecé a documentarme en el proyecto hasta ahora ha habido muchos internos que han entrado y han salido y la van a ver desde la perspectiva totalmente ajena. Ayer nos acompañó el director del Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre, Ángel Herbella, y estaba muy satisfecho, muy feliz por el retrato que se hacía de la institución y del centro en cuestión, teniendo en cuenta que se rodó en la prisión provincial de Málaga. Los funcionarios nos ayudaron mucho a recrear este entorno.

-¿Le gustaría que su película sirviera como un modo prevención?

-Por supuesto. Hay una frase tremenda en la película que pronuncia el personaje de Carmona, el gitano, y a la que no he parado de dar vueltas. En un encuentro con su hijo, éste le dice a Carmona, su padre: «el otro día en la calle me dijeron que a la cárcel solo van los tontos y yo le «metí» así». Y el padre le dice a su hijo: «Dile que sí, que a la cárcel solo van los tontos, como tu padre». Que un personaje, que un «taleguero», le dé esa enseñanza a su hijo, después de todo lo que ha pasado, de todo lo que ha sufrido para sacar cabeza, que llegue a esa conclusión…Es una frase que para mí es muy importante en la película. No queremos son manieristas, ni moralistas, pero cuando estás dentro tú eres libre de hacer lo que te da la gana. Y en la prisión tienes una reclusión que te obliga a pensar mucho en por qué está ahí y en qué quieres hacer… Lo que hablábamos de las «Tres Razones»: descubre lo que ha sido tu error, para saber lo que tienes que corregir; aprende a sacar partido a todo lo que te rodea en el espacio donde te encuentres; y la tercera, no olvides que la vida de verdad está fuera. En la cárcel, la vida está regida por unos horarios, una entrada, una salida…pero en la calle es la vida de verdad en la que tú decides qué camino quieres tomar. Yo tengo fe en el sistema penitenciario, y tengo fe sobre todo en el ser humano. He descubierto casos, tristes, de gente que lo que quieren en la cárcel es un período cíclico en la vida, y que volverán. Pero también conozco gente que se ha reinventado, que se ha reinsertado y que han encontrado un nuevo motor de vida gracias a los valores que les han enseñado allí dentro. Recuperar una persona es algo maravilloso.

-¿Cree en la reinserción?

-Sí, sin ninguna duda. Todos nos equivocamos y todos tenemos derecho a reinsertarnos, lo que pasa es que yo pongo un matiz en esto de la reinserción. La reinserción está en cada uno. El sistema puede ayudar pero tiene que estar en uno. Si uno no se quiere reinsertar, por muchos medios que te pongan no lo vas a hacer. Tengo fe en el ser humano. He descubierto casos preciosos. De hecho, ayer había amigos internos en la proyección que están trabajando muy duro para volver a la calle de nuevo y recuperar sus vidas. Yo estoy muy feliz de tenerlos allí.

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