Este domingo hemos celebrado la fiesta del Corpus Christi, del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo. Las calles de la ciudad y de los pueblos se han engalanado para recibir al Señor hecho pan. Una fiesta que hunde sus raíces en el siglo XIII y que se sigue actualizando en diversas iniciativas de adoración al Santísimo. De todo ello hablamos con el delegado diocesano de Medios de Comunicación y párroco de Nuestra Señora del Buen Consejo en Torremolinos, Rafael Pérez Pallarés.
¿Dónde hunde sus raíces históricas la fiesta del Corpus?
A finales del siglo XIII surgió en la ciudad belga de Lieja un movimiento Eucarístico en la Abadía de Cornillón. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la exposición y bendición con el Santísimo Sacramento. Santa Juliana de Mont Cornillón, por aquel entonces priora de la Abadía, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento hasta el punto de que manifestó al obispo de la época su deseo de que se celebrase una fiesta especial en honor a Cristo, presente en la hostia consagrada. El prelado accedió y la fiesta se celebró, por primera vez, el jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad.
Años más tarde, el papa Urbano IV hizo que se extendiera esta celebración a toda la Iglesia Católica. La fijó para el jueves posterior a la octava de Pentecostés. Urbano IV pidió a santo Tomás de Aquino que compusiera los textos del oficio litúrgico de esta gran fiesta. Más adelante, el papa Clemente V, en el Concilio General de Viena (1311), ordenó, una vez más, la adopción de esta celebración hasta que se fue extendiendo progresivamente. La festividad se consolidó a partir del siglo XIV. Finalmente, el Concilio de Trento declaró y pidió que todos los años, determinado día festivo, se celebrase el misterio de la Eucaristía con particular veneración y solemnidad.
¿Qué es lo que celebramos el día del Corpus?
El misterio eucarístico. Es decir, la presencia real de Cristo bajo el pan y el vino para la adoración y la meditación de los fieles. Por eso, el Cuerpo de Cristo se lleva en procesión por las calles y plazas de los pueblos y ciudades. En la procesión, por el misterio de la fe, se reconoce a Cristo presente en medio de la gente. Camina con su pueblo como lo hizo hace siglos en Nazaret o Jerusalén.
La única procesión en la que no vemos una imagen, sino al mismísimo Cristo, ¿es eso lo que la diferencia de otras procesiones?
Básicamente sí. Y su estrecha vinculación con el Jueves Santo. La fiesta del Corpus Christi es inseparable del Jueves Santo, de la misa in Coena Domini, en la que se celebra solemnemente la institución de la Eucaristía. Mientras que en la noche del Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se entrega, en el Corpus se presenta este mismo misterio para la adoración y meditación.
Algunos templos y parroquias de la Diócesis están dedicados de forma especial a la Adoración Eucarística. Por ejemplo, la iglesia del Santo Cristo de la Salud o la iglesia de Cancelada, ¿por qué esta dedicación? ¿Hay audiencia para ello?
Sí, hay gente que van a rezar. Por supuesto. Ten en cuenta que la Eucaristía es el centro y la raíz de la vida cristiana. Sin la Eucaristía un cristiano no puede vivir. Como una persona no puede vivir sin la presencia continua de quien ama. Por eso son un acierto este tipo de iniciativas. Facilitan que los cristianos puedan admirar, contemplar y adorar al “amor de los amores”. En este caso, del amor que se sacrifica. Conviene recordar que el principio constitutivo del sacrificio no es la destrucción, sino el amor. Y, en este sentido, el sacrificio, sólo tiene sentido en cuanto irrumpe como expresión del amor en un mundo que se caracteriza, en cierta forma, por el egoísmo. Eso es lo que se contempla en la Eucaristía.
Hay grupos cristianos católicos que dedican la noche a rezar, como son la Adoración Nocturna, ¿está el Señor más presente en la noche?
La noche tiene su encanto. Tradicionalmente, ha facilitado el encuentro con la Trascendencia, con el misterio. Orar en el silencio del anochecer abre el alma a la contemplación. Y eso es bueno. Enriquece la vida del orante. Además, tiene hondas raíces bíblicas, remite a la vigilia, al estar despierto acompañando con la oración la vida de quien sufre o necesita de la plegaria sin desfallecer. Remite a “la oración de los infiernos”, cuando la realidad terrena pareciera anunciar la ausencia de Dios.
Es curioso pero, algunas Hermandades y Cofradías de nuestra Diócesis tienen como sobrenombre el de sacramental, ¿a qué responde?
Precisamente a la devoción eucarística. Una devoción íntimamente relacionada con la pasión. Con el amor radical de Cristo que se entrega por completo. Con el hecho, el de la entrega de la vida, que manifiesta que uno es lo que hace y hace lo que es.
Encarni Llamas Fortes