«En estos tiempos líquidos necesitamos personas sólidas»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El malagueño Sebastián Mora, profesor de la Universidad Pontificia Comillas, ofrecerá el próximo sábado, 15 de noviembre, la ponencia central de la Jornada de Formación de Pastoral Social-Cáritas invitando a mirar la vulnerabilidad como lugar de encuentro con Dios y con el otro

Información sobre la Jornada de Pastoral Social-Cáritas

¿Qué le sugiere el vínculo entre esperanza y fragilidad en el contexto actual?

La primera reflexión que surge es que buscar esa conexión entre fragilidad y esperanza es algo absolutamente contracultural. Es un discurso que, fuera de la perspectiva cristiana, muy poca gente escucharía. Porque, cuando hablamos de cambio social y de progreso, siempre pensamos en líderes, grandes expertos, políticos influyentes o millonarios; es decir, asociamos el cambio y la transformación social a lo contrario de la fragilidad: a la fortaleza, ya sea económica, intelectual o política.

¿Cómo podemos cultivar una esperanza que no se reduzca al optimismo individual?

En los últimos años ha habido un gran desarrollo de la llamada psicología positiva, que de alguna manera afirmaba que, si eres optimista, cambias el mundo. Hemos vivido dramáticamente bajo esa corriente, que se ha vuelto casi totalitaria. Se nos ha obligado a ser optimistas. Y quienes no lo eran quedaban fuera del relato. Además, hemos otorgado al optimismo un valor casi sagrado como motor de transformación social. Se ha dicho que una sociedad optimista sería una sociedad mejor. Sin embargo, la esperanza no encaja con ese tipo de optimismo. El optimismo, en primer lugar, es individualista. Es la confirmación de un deseo. Mientras que la esperanza es una transformación novedosa que no surge de nuestras fuerzas, sino que se descubre desde la fragilidad, desde las cunetas de la historia.

¿Cómo podemos integrar la dimensión espiritual en la acción social sin perder rigor en el acompañamiento y la intervención social?

En estos tiempos líquidos necesitamos personas sólidas. Y esa solidez viene de una espiritualidad profunda, sana y cristiana: una espiritualidad encarnada, no evasiva. Por tanto, no es que algunas personas necesiten espiritualidad para la acción sociocaritativa. Es que, sin una espiritualidad sólida, la acción sociocaritativa pierde su peso; y sin acción sociocaritativa, la espiritualidad se vuelve evasiva. Por eso, en contextos de desesperanza, cuando estamos llamados a vivir la esperanza, la invitación es clara: cultivar una contemplación en la acción y una acción contemplativa.

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