Emilia Navarrete López Cózar: «Estos mártires no son solo de mi familia, son para el mundo»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Emilia Navarrete López-Cózar es sobrina de las hermanas mártires Trinidad, Pilar, Rosario y Encarnación López Cózar, asesinadas en Málaga durante la persecución religiosa en 1936 y actualmente en proceso dentro de la causa de beatificación de Moisés Díaz-Caneja y 87 compañeros mártires. Ante la invitación del Papa de recordar los ejemplos de santidad de la Iglesia local, recuerda cómo su familia le trasmitió el testimonio de fe y perdón de estas cuatro mujeres.

¿Cómo le llegó el testimonio de sus tías, Emilia?
Nunca quisieron trasmitirnos el horror de aquellos hechos. Mi familia, que siempre ha estado muy unida y era muy creyente, le evitó a mi madre conocer los detalles y los hemos ido sabiendo con el tiempo. Mis tíos y mi abuelo acordaron no contarnos nada para que en nuestros corazones no anidara el odio. Y lo cumplieron. Al arrestar a los que habían perpetrado tales atrocidades con ellas, mi abuela invitó a mis tíos a decir ante las autoridades: “somos católicos y perdonamos”. Aunque el dolor es innegable. Mi abuelo, que era notario, murió de impresión días después de lo ocurrido, y además de las cuatro hermanas, otro tío mío, Francisco, también creemos que fue asesinado, aunque su cuerpo nunca apareció.

¿Qué significan sus tías para usted hoy?
Eran unas mujeres valientes. Eran de Acción Católica, daban catequesis, visitaban a necesitados y mediaban en conflictos, incluso en una familia que, al parecer, fue el origen de su detención y muerte. Ellas estaban muy comprometidas en la parroquia, ayudaban a todo el que podían. Son ejemplo para mí de valentía, amor al Señor y coherencia. Muchas veces lo pienso: yo quiero ser como ellas. En ocasiones lo vivido me ha hecho sentir miedo, pero al final, lo que prevalece es la paz. Me enseñan que lo que merece la pena en esta vida hay que defenderlo.

¿Cómo vive la posibilidad de verlas declaradas santas?
Con el deseo de que sean reconocidas cuanto antes, porque su testimonio puede ser de gran ayuda a una sociedad convulsa. En mi propia persona he recibido dos curaciones que considero intercesión de ellas, una hace muy poquito. Las siento como un auxilio, es como tener un hilo directo al cielo. Y en todo, está el agradecimiento a Dios por la fe y por la familia que nos dio.

¿Qué mensaje cree que traen a los malagueños y malagueñas de hoy?
Su ejemplo y su testimonio de vida es de coherencia entre fe y vida, de valentía. Sería una alegría enorme que la Iglesia las reconozca para que caminen con todos nosotros. Estos mártires no son solo de mi familia, son para el mundo.

¿Qué significa para usted el que en la diócesis se celebre su memoria con esta fiesta común a todos los santos malagueños?
Pues que, ante la realidad de lo ocurrido y con sufrimiento también, queremos hacerles a estos mártires el homenaje más grande que podemos aquí en la tierra: que sean Santos reconocidos por la Iglesia, como cristianos que somos, y que hoy ayuden a extender los valores, el respeto y el amor que ellos mostraron y que tanto bien puede hacer a esta sociedad.

TRINIDAD, ROSARIO, ENCARNACIÓN Y PILAR LÓPEZ CÓZAR

Acción Católica, 40, 29, 25 y 21 años, respectivamente

Pertenecían a una familia muy religiosa, de trece hermanos, y eran jóvenes muy piadosa y comprometidas con la Iglesia. Frecuentaban muy a menudo la parroquia de San Juan, pues eran catequista y pertenecían a Acción Católica, ejerciendo siempre obras de caridad y apostolado. Una noche, estando todos dormidos, los milicianos entraron por la azotea de la casa y se llevaron detenidas a las cuatro hermanas al Comité de Salud Pública. Allí fueron sometidas a un violentísimo interrogatorio, haciéndolas sufrir toda clase de ofensas y vejaciones. Les notificaron su sentencia de muerte si no delataban el paradero de su hermano. Francisco se entregó, siendo llevado al cementerio de San Rafael donde le dieron cruel muerte. Posteriormente aparecieron los cadáveres desfigurados de las cuatro jóvenes con señales evidentes de haber sido torturadas por sus verdugos. Fueron llevados a la Catedral de Málaga, donde reposan.

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