Los seminaristas menores y sus monitores han peregrinado «Buscando el norte» y relatan su experiencia tras las huellas de los santos más emblemáticos de nuestro país.
Tras el primer día en Ávila, Diego Ernesto afirmaba que «la visita al Carmelo Descalzo de Ávila ha sido una experiencia inolvidable, como devoto de la Orden del Carmelo lo he disfrutado muchísimo y he vivido está experiencia muy emocionado con mis compañeros. Hemos visitado la iglesia del Monasterio de la Encarnación, en la que celebramos la Eucaristía, hemos visitado el museo donde se conservan objetos usados por la misma santa Teresa de Jesús, y recorrido lugares en los que vivió momentos muy importantes de su vida. También hemos contemplado algunos objetos y lugares importantes en la vida del místico san Juan de la cruz y, por supuesto, también visitamos el casco antiguo de la ciudad».
De Ávila a Palencia, tras los pasos de san Manuel González. Ismael Salas afirma que «san Manuel González es un maestro para mi vida espiritual. Tras deleitarme con sus palabras, esta figura colmada de una enorme humildad y amor por Jesús Sacramentado, me hizo tomar conciencia del misterio amoroso que envuelve a la Eucaristía. Desde entonces, este sacramento tan desconocido por mí, tornó en un profundo cariño por el mismo. Nunca me acerqué a un Sagrario de la misma forma. San Manuel representa también la confianza, hasta el extremo, en el Señor. Me impactó profundamente cómo al construir su querido Seminario de Málaga solo se sirvió de la fe para desarrollar tal empresa. Gracias a tan grande ejemplo, comencé a poner mis problemas en las manos del Señor».
Covadonga fue el destino para profundizar en la vocación de la Virgen María y, sobre ella, explica Jesús Sotomayor que para él, «María es la más importante de mi vida, junto a Dios; ya que fue y es la que me da fuerzas para seguir mi vida y, sin desesperarme, poder entregarme como debo. Todo esto gracias a su ejemplo. Me sirve de guía, y quiero ser semejante a ella para alcanzar la felicidad plena. Quiero seguir a María en todo, que la hace Madre del Señor pero, si tuviera que elegir solo una cosa, sería la entrega total a Dios, porque así estoy seguro que seré una buena persona».
Tras la parada en Loyola, Víctor Cidre expresa que para él, «san Ignacio de Loyola es un santo diferente que, hasta que no cae herido en batalla, no vive su proceso de conversión. Esta peregrinación también me ha hecho darme cuenta de que la santidad está mucho más al alcance de nuestra mano de lo que pensamos pues, él, como nosotros, era una persona normal, de su época, no era perfecto, ni nada por el estilo y por todo ello también doy gracias a Dios».
En Javier (Navarra), donde pararon para conocer el castillo donde nació y vivió san Francisco Javier, Miguel Ángel Gómez llegó a esta conclusión: «san Francisco Javier es un santo con una gran vida entregada al Señor y a los demás. Gracias a escuchar la llamada del Señor y al haberla atendido encuentra su vocación, su verdadera felicidad. Es un ejemplo en el que podemos ver cómo se hace vida que, al seguir el camino al que el Señor le llamaba, vive su verdadera vida en la que es feliz. Gracias a esto podemos seguir su ejemplo de oración y atención al Señor para encontrar nuestra verdadera vocación. Me gustaría seguir su ejemplo de total entrega a la llamada del Señor y seguir ese camino con total confianza en Él».