
El incendio de Sierra Bermeja sigue creciendo en poder de devastación. Cuando las autoridades andaluzas empezaban a hablar de la esperanza de una próxima estabilización, las condiciones ambientales han vuelto a empeorar el estado del fuego, que ha arrasado ya 7.400 hectáreas y duplicado su tamaño, avanzando ahora hacia la zona de Casares.
El fuego, que arrasa ya un perímetro de 85 kilómetros, ha obligado a que 2.670 personas hayan tenido que dejar atrás sus hogares en Jubrique, Genalguacil, Júzcar, Alpandeire, Pujerra y Faraján. Los medios aéreos han vuelto a retomar el apoyo a los trabajos esta mañana, y los esfuerzos se dirigen de modo especial en estos momentos a contener el flanco Este y su avance hacia Casares y Monte Duque, según informan desde el INFOCA.
El Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, ha compartido el inmenso dolor que le produce esta situación, «que ha afectado a varias poblaciones de nuestra Diócesis de Málaga. Agradecemos el trabajo de todas las personas e instituciones que han puesto tanto esfuerzo para apagar el fuego. Y pedimos por el eterno descanso de quien ha perdido la vida en esa buena acción.
Agradezco también la buena labor que los sacerdotes de los pueblos afectados están llevando a cabo. Les hemos dicho que les apoyamos y que rezamos por toda la gente. Nuestro deseo es que pueda ser controlado y apagado este fuego devastador, que ha quemado tanto terreno valioso. Esperamos que la lluvia pueda coadyuvar a la extinción del fuego».
Precisamente, este fin de semana, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, ha recibido con dolor la noticia de este incendio, y ha afirmado: «La cuestión del medio ambiente es prioritaria para nosotros los católicos. Cuidar la creación es un imperativo moral, teológico, podemos decir. El Señor nos ha confiado la creación y es responsabilidad de todos».
HABLAN LOS PÁRROCOS:
En el seguimiento, minuto a minuto, de este incendio, que mantiene a Málaga y a toda España en vilo, se encuentran también las comunidades parroquiales de las localidades afectadas. Andrés Conde es párroco de Pujerra, Igualeja, Cartajima y Parauta. En declaraciones a diocesismalaga.es explica la dureza de la situación. «Gracias a Dios, este fin de semana hemos podido celebrar la Eucaristía. El problema empezó cuando hubo que desalojar Pujerra. Hemos vivido momentos muy duros y difíciles, porque en el Valle del Genal hay mucha población en situación de dependencia, ancianos y enfermos. En un primer momento se albergaron en el pabellón del barrio de San Francisco, en Ronda, y posteriormente fue posible reubicarlos en casas rurales, residencias y domicilios particulares. Desde aquí quiero agradecer la ayuda prestada al pueblo por parte de la Guarda civil, la Policía local y nacional, la UME, Protección Civil, Cruz Roja y muchos otros estamentos y personas buenas de las que no quiero dejarme a ninguno, y que no han escatimado en ayudar a nuestros pueblos». Desde la fe, Conde asegura que Dios sostiene la esperanza. «Se afronta con la confianza de que Dios nos va a sacar de todo esto. Como Iglesia, las herramientas más importantes que tenemos es estar cerca de la gente, ayudarles, pero sobre todo rezar y no decaer en nuestra confianza de que Dios nos va a seguir ayudando y su Santísima Madre protegiendo», afirma.
A Gerardo Rosales, cura de Júzcar, Faraján y Alpandeire, el desalojo le pilló «de servicio». «Ser el cura del pueblo significa estar cerca de la gente, en lo bueno y en lo malo. A mí me cogió allí, después de celebrar la Eucaristía a las 10.00 h. en Alpandeire y a las 11.30 h. en Faraján. Decidí quedarme al ver que la situación empeoró mucho en un momento. Enseguida me ofrecí a llevar gente hasta el pabellón de Ronda con mi coche, y regresé después para ver qué más hacía falta». La vuelta a Alpandeire desde Ronda no fue sencilla: «Me encontré con una columna de humo, y caían sobre el coche abundante ceniza y restos de carbón» Aún así, Gerardo lo consiguió. «La situación ha sido muy dura, me impresionó especialmente ver a los ancianos cuando tuvieron que desalojarlos de la residencia, subirlos en ambulancias y autobuses para llevarlos a Ronda, fue desaolador. La gente está muy nerviosa, temiendo por la situación en que han dejado a sus animales, su ganado… Con ellos solo podemos estar, acompañar y consolar. A nivel de Ronda y Serranía sí estamos promoviendo oraciones. Las comunidades de monjas están rezando intensamente, se está haciendo adoración del Santísimo en muchos templos y en todas las parroquias y cofradías se está teniendo muy presente para orar y ayudar, y Cáritas está al momento en contacto con la diputación y los ayuntamientos para coordinar la atención a las necesidades». La confianza, para Gerardo, es fundamental. «Confiamos en Dios, eso nunca falta. Y lo más importante ahora es que las personas puedan verle en nuestra cercanía, en nuestra disponibilidad».
Por su parte, Francisco Hierro de Bengoa, párroco de Jubrique y Genalguacil, epicentro de la noticia, está viviendo minuto a minuto la situación en coordinación con las autoridades, y sufrió el pasado viernes el confinamiento impuesto a la población ante el riesgo de explosión «por el tipo de nubes y el humo», según explicó el alcalde de Jubrique, Alberto Benítez, y el posterior desalojo. «La esperanza no la perdemos nunca -afirma- pero la situación es muy dura».