El misterio de la Encarnación, en la Catedral de Málaga

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

FIRMAS. Antonio Aguilera, Deán de la Catedral de Málaga. En la fiesta de su titular: Santa María de la Encarnación.

Encarnación, Encarnita, Encarna, Encarni… ¿Verdad que conoces a alguna mujer en tu familia que se llama así? O entre tus amistades, o en tu vecindario… Alguna mujer que lleva este nombre, seguro que hay en tu entorno. Pues sí, ¡qué gran nombre! ¡Encarnación!

En la Palabra de Dios

Tomando en nuestras manos la Sagrada Escritura leemos esto:

1. Del ángel Gabriel a María:
«Has encontrado gracia ante Dios y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (…) Será grande, será llamado Hijo del Altísimo (…) El Santo que va a nacer de ti se llamará Hijo de Dios» (Lc 1,30.35).

2. En el prólogo del evangelio de Juan, un himno fantástico, se canta:
«En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios (…) Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,1.14).

3. En la carta a los Filipenses, Pablo (recogiendo también un himno, patrimonio común de las primeras comunidades cristianas) nos aconseja:
«Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios: al contario, se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres» (Flp 2,5-7).

4. Y más… 1Jn 4,2: «Todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios». 1Tim 3,16: «En verdad es grande el misterio de la piedad, el cual fue manifestado en carne». (Cfr Catecismo 463).
¿De qué se trata en estos textos de la Carta de Dios a los hombres, como llamaba san Agustín a la Biblia? Pues se trata de decir, de manera sencilla, algo impresionantemente grande: que Dios se hizo hombre, que todo un Dios tomó carne humana.

¿Qué mente nuestra podría imaginarse esto? Ninguna. ¿A qué mujer, a qué hombre podría ocurrírsele desear que esto fuera así? A nadie, no entraba en cabeza humana.

Pues Dios sí lo imaginó así, a Él sí se le ocurrió hacerlo… ¡y lo hizo! Dios, sin dejar de ser Dios, se hace hombre. Dios asume nuestra naturaleza humana, nuestra carne con todas las debilidades, y se hace hombre igual que nosotros (menos en el pecado).

Es el misterio de la Encarnación.

En la fe de la Iglesia

Y partiendo de la revelación de la Palabra de Dios, ¿qué hemos dicho la Iglesia? Ya desde el año 325, con una formulación del concilio de Nicea, el primer concilio ecuménico, dijimos y seguimos diciendo que, por la Encarnación, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Con estas palabras lo manifestamos en el credo:

«Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de los siglos: Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero (…) que se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre» (Catecismo 456ss).

Con esta formulación habitual en nuestro credo manifestamos que Jesucristo, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre, por nuestra salvación.

Y con expresión popular tantísimas personas lo rezamos diariamente diciendo la tercera parte del Ángelus: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros». Dios te salve, María…

E igualmente, con cariño y oración de familia, también en el santo Rosario, cuando los misterios gozosos (lunes y sábado): primer misterio: la Encarnación del Hijo de Dios. Dios te salve, María…

Llamada que nos hace

Ante este grandioso plan del Padre Dios, ¿qué hizo Jesucristo?

Ya estaba anunciado en el salmo 40 (39): «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad». Mejor que todas las ofrendas y holocaustos que se ofrecen a Dios en el Antiguo Testamento era la disponibilidad y la entrega del mismo Hijo de Dios. Y así Jesús la llevó a cabo perfectamente, como reconoce la carta a los Hebreos:

«Cuando Cristo entró en el mundo dijo: Tú, Padre, no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Heb 10,5-7).

Ante este grandioso plan del Padre Dios, ¿qué hizo María? «Se turbó», ¡claro que sí! Pero, agradecida, «María contestó al ángel: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Misterio de la Encarnación: impresionante plan del Padre Dios, total entrega del Hijo Jesucristo, y exquisita disponibilidad de María. ¡Qué grande es todo esto!

Catedral de Santa María de la Encarnación

Y apunte pequeño pero entrañable, en el andar de nuestra historia diocesana: nuestra catedral, dedicada al misterio de la Encarnación, nuestra catedral consagrada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación.

De este modo, nuestra Catedral nos llama:

-a adorar a Dios, en el misterio de la Encarnación;
-a agradecer a María, Santa María de la Encarnación, su total disponibilidad;
-a vivir nosotros con plena apertura a Dios: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad».
Y aprovechando la fiesta, desde nuestra catedral: ¡muchas felicidades a toda la diócesis y a todas las gentes! Dios se hizo hombre y acampó entre nosotros: ¡qué gran misterio la Encarnación de Dios!

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