La Delegación de Misiones anuncia con gozo la noticia de que en la arquidiócesis de Ciudad Bolívar, por el Jubileo a una zona pastoral, ha puesto de patrón a Salvador Gámez Portillo, quien fuera sacerdote misionero malagueño desde la década de los sesenta en Venezuela.
El sacerdote Juan Manuel Barreiro, desde Ciudad Bolívar, cuenta que «el día 25, fiesta de la conversión de Saulo de Tarso en el cristiano san Pablo, tuvimos la inauguración del año jubilar en todo el territorio de la arquidiócesis. Fue precioso, hicimos una estación desde una capilla cercana a la Catedral, y era un río de gente que, realmente, sorprendió. El arzobispo, que ya había distribuido la arquidiócesis por zonas pastorales para una atención más directa y adecuada, ha aprovechado este Año Santo para dedicar cada una de ellas a un patrono. Para sorpresa, que a mí me hizo vibrar y me emocioné, la zona pastoral cinco, de El Guri, Ciudad Piar y La Paragua, han sido «encomendadas» al patronazgo del P. Salvador Gámez Portillo, misionero malagueño natural de Almarcha, ya fallecido. Allí atendió el padre Salvador pastoralmente desde que llegó a Venezuela, sobre el año 1969, me parece, hasta que falleció, unos tres años antes que el padre Manolo Lozano. El arzobispo ha dicho que los restos se trasladen allí a la parroquia que él fundó en el Guri, donde últimamente vivía y que la denominó Cristo, luz de los pueblos. Así que ahora están ahí ya descansando sus restos mortales en el presbiterio de esa parroquia que él construyó».
«Fue muy emotivo. En el decreto pone, entre otras cosas, que el padre de Salvador Gámez Portillo, que tenía una sensibilidad misionera increíble, estaba solo en esa zona, kilómetros y kilómetros y kilómetros, que atendía por motus propio, yendo a Ciudad Piar desde el Guri, luego a San Francisco, a Santa Cruz, a La Paragua; que construyó numerosas capillas y templos en toda la zona», continúa contando el actual misionero malagueño en la Misión Diocesana de Venezuela.
Él mismo recuerda que el propio Salvador le contaba «que cuando era un niñito y estaba en la escuela de primaria, la maestra un día preguntó a los alumnos: «cuando seas mayor, ¿qué quieres ser?» Pues uno decía que si maestro, que ingeniero, que policía, que militar, lo que fuera. Salvador dijo: «yo quiero ser misionero». Tenía unos 10 años y todos los compañeritos se rieron de él. Pero bueno, Dios le concedió ese don de verdad y lo puso a valer hasta el extremo. Este patronazgo es una cosa más que nos afirma en esta hermandad bonita y eclesial, fraterna entre la diócesis de Málaga y la arquidiócesis de Ciudad Bolívar».