Hace más de 75 años que la Guardia Civil acompaña, cada Miércoles Santo, a la Archicofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores Coronada de Málaga. Dos estudiantes del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, Irene González y Nicolás Lorenzo, explican el orgullo que supone para ellos desfilar este día por las calles de la capital.
Irene González (1992, Valdemoro, Madrid) explica que «todos los que estudiamos en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro somos hijos de algún miembro del Cuerpo, con lo cual es algo que hemos vivido desde pequeños. Además tener a tu padre como referente es muy motivador. Mientras que, Nicolás Lorenzo Alonso (1994, El Ejido, Almería) afirma que «mi padre se tuvo que retirar muy joven y ve reflejado en mí, su juventud, en la que no pudo seguir desarrollando su labor. Eso para mí es una motivación. Además la labor que desempeña la Guardia Civil es fundamental».
A dos meses de licenciarse, Irene confiesa sentir «mucha ilusión, porque es un servicio al ciudadano que si se desempeña bien puede servir de mucha ayuda, como un granito de arena que colaborando con el conjunto de la sociedad puede hacer una montaña. En cuanto a desfilar junto al Cristo de la Expiración, me hace mucha ilusión, a la vez que siento cierta presión. Solo de pensarlo se me pone el vello de punta. Primero por toda la gente que va a ver al Cristo, y por consiguiente va a vernos a nosotros. Esperan de nosotros un acompañamiento a la altura. Es un orgullo desfilar a su lado».
Por su parte Nicolás explica que su padre «desfiló en Semana Santa y después de tanto tiempo, seguir sus pasos y desfilar por la mismas calles que desfilo él, es un cúmulo de sentimientos bastante importantes. Nuestro colegio se nutre de tradiciones, y eso nos distingue de otros Guardias Civiles. Hay mucha motivación, empeño y muchas horas de ensayo, pero merece la pena. Nuestra promoción es de 152 personas y estamos aquí 100 representantes. Venimos con ganas y con gran sentimiento sobre nuestra labor aquí».
El Subteniente José María Boillas Marina (1952, Soria), que cumple 25 años acompañando a esta formación, es responsable de estos y otros estudiantes del cuartel Duque de Ahumada y afirma que «Todos los jóvenes vienen de forma voluntaria. No solo proceden de Andalucía, sino de comunidades del norte como Galicia o Asturias. Yo soy soriano y nunca había visto una procesión de tal envergadura, vine por primera vez en el año 70 como alumno y me impregne de tal manera que seguí con la tradición. Me hice profesor y he seguido viniendo con esta cofradía, preparando a nuevos alumnos para que vengan aquí con una preparación y marchas a la altura de Málaga. Dedican muchas horas de su tiempo libre para este acto y la ilusión con la que se preparan es digna de admirar. Nos caracteriza la seriedad, desfile con marcialidad, los movimientos de los gastadores y tapones. Al principio están siempre muy nerviosos, les recomiendo que empiecen trabajando desde el inicio para quitarse la inquietud antes de llegar a la Alameda o la Calle Larios. Yo que los preparo me asombro de cómo pueden aguantar con esa profesionalidad todo el recorrido. Detrás de estas personas hay un sentimiento y una gran responsabilidad al portar el traje de uno de los Cuerpos con más historia de España.
José María recuerda que un «año una alumna de la banda tuvo un accidente y se produjo un esguince en el tobillo. La llevamos al hospital y nos dijeron que no podía desfilar. Para homenajearla le tocamos una marcha antes de irnos a la procesión y la arropamos. Estando en la procesión me llamó y me dijo que quería marchar, que ella no se podía quedar allí. Le respondí que si sus padres la dejaban, ella desfilaría y cuando se encontrara mal se saliera. Aguantó toda la procesión, los días siguientes no pudo desfilar, pero ese tesón y esas ganas me emocionaron.
Soledad Velasco Herrera