Este verano, los lectores de DiócesisMálaga podrán disfrutar de una nueva sección: “El verano de mi vida”. En este nuevo espacio ofrecerán su testimonio personas de distintos ámbitos de la Iglesia malagueña que han vivido veranos cargados de espiritualidad. Un seminarista que ejerce de voluntario en las Hermanitas de los Pobres; un matrimonio que realiza unos ejercicios espirituales o una profesora que lleva a sus alumnos al Camino de Santiago nos acercarán sus experiencias de encuentro con Dios y los hermanos.
TERESA ZAMORANO, PROFESORA DEL COLEGIO SAN MANUEL
Por cuarto año, los alumnos de 4º de ESO del Colegio San Manuel de las Hijas de la Caridad hicieron en junio el camino de Santiago. Planteamos esta experiencia como una metáfora del camino de la vida, un camino en el que no todo es llano, también hay cuestas arriba, cuestas abajo, paisajes preciosos, desérticos, días de lluvia, sol, viento… Vamos, lo que nos encontramos en la vida diaria: tareas que se nos hacen cuesta arriba y cuesta abajo, situaciones y personas que complican la tarea, otras con las que disfrutamos, situaciones en las que parece que uno se encuentra solo… Y sin embargo, la experiencia del camino te hace ver que no estamos solos, siempre caminamos juntos, nos animamos, nos acompañamos, nos ayudamos a superar las dificultades: nos cuidamos unos a otros para poder llegar juntos a la meta. Incluso cuando nos encontramos solos físicamente, sabemos que no lo estamos: el Señor camina con nosotros en el camino de la Vida, Él es quien nos reúne.
Preguntas existenciales
En el Colegio intentamos que los alumnos reflexionen sobre las preguntas existenciales que nos hacemos todos, y el Camino es una oportunidad para caminar hacia el interior, no solo hacia Santiago, y descubrir qué sentido tiene nuestra existencia. Tratamos de ayudarles a hacerse estas preguntas a lo largo de todo su recorrido en el colegio, pero el camino es un medio muy eficaz que invita a plantearse más en serio estas cuestiones. Les ayudamos a crear momentos de silencio y reflexión con los que puedan dar respuesta a estas preguntas.
Es una experiencia que nadie debería perderse. Caminar es experimentar que en la vida somos peregrinos, que no podemos acomodarnos ni instalarnos, que el Señor necesita de nosotros continuamente y en muchos sitios. ¡Y que no nos deja solos!
Ana María Medina