«Clave» del profesor de Doctrina Social de la Iglesia, Guillermo Tejero.
La vida política nace para buscar el bien común, porque sólo en esta búsqueda será capaz de encontrar no solamente su justificación sino también su legitimidad, como recuerda el Concilio Vaticano II.
El bien común es la virtud que evita que la vida política se mueva por intereses particulares de un partido o de un grupo de presión, evita la sola primacía del utilitarismo, del populismo y de la mera búsqueda de permanecer en el poder.
Porque el bien común no es una simple suma de intereses particulares, sino que es «el conjunto de condiciones de la vida social que permiten tanto a los individuos como a los grupos alcanzar la propia perfección más plena y rápidamente» (Gaudium et Spes 26). Los creyentes estamos llamados a dar testimonio; implicarnos en la vida política y exhortar a nuestros políticos a buscar ese bien común, denunciando cuando no sea así; y pedir a Dios que nos ayude siempre a buscar el bien común, sabiendo que siempre la fe está por encima de cualquier ideología.