El amor no tiene envidia

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El papa Francisco propuso el Año Familia Amoris Laetitia, que se inauguró el 19 de marzo de 2021 y se clausurará el 26 de junio de 2022 con la celebración del X Encuentro Mundial de las Familias en Roma. Este año se enmarca en el quinto aniversario de la publicación de la exhortación apostólica Amoris laetitia y, desde la Delegación de Pastoral Familiar, os animamos a profundizar con estas pinceladas y testimonios.

Toda la información del Año Amoris Laetitia y más testimonios en la web pastoralfamiliar.diocesismalaga.es

Amoris laetitia

“Significa que en el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro. El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida. Entonces, procura descubrir su propio camino para ser feliz, dejando que los demás encuentren el suyo. El amor nos lleva a una sentida valoración de cada ser humano, reconociendo su derecho a la felicidad” (AL 95-96).

Testimonio

Diego y Gabri: Vivimos en una sociedad cada vez más individualista, en la que se piensa que cada uno debe realizarse y ser feliz solo. Sin darnos cuenta, podemos contagiarnos de esa mentalidad y olvidar que en el matrimonio ya no somos dos sino uno, y que todo lo que es bueno para uno de los dos es bueno para los dos. No debemos ver los logros de uno de los miembros de la pareja como de él solo, sino como algo que ha merecido y disfruta toda la familia.

 Cuando hace un par de años a Diego se lo ofreció la posibilidad de dar un salto en su carrera y realizar un trabajo en gestión pública en otra localidad, para el que estaba más que capacitado, yo no dudé en animarlo a aceptar, aunque suponía estar algunos días a la semana fuera de casa, ya que era en otra ciudad. Por supuesto que sabía que yo iba a estar más ocupada en las cosas del día a día, como estudiar con la pequeña o traer y llevar hijos de un lado a otro… y que lo iba a echar mucho de menos. Pero vimos los dos juntos, delante de Jesús, que era una oportunidad que no podíamos dejar pasar y que era muy bueno para Diego y, por tanto, también para mí y para la familia, sin olvidar el indudable beneficio económico que conllevaba. A él le hacía muy feliz y, por tanto, a mí también.

Pero la experiencia no consistía solo en animarle a hacer algo que le suponía gran progreso profesional (mientras yo me quedaba igual, incluso sin menos tiempo para ciertos hobbys, intereses, etc). La experiencia continuaba cada día cuando le llamaba intentando no quejarme de que había tenido que estar toda la tarde estudiando con la pequeña, (algo que tradicionalmente hacía él), o que no había parado en todo el día… Continuaba cuando me ponía contenta con todos sus logros y experiencias gratificantes en su nuevo trabajo, o cuando intentaba compartir sus dificultades (sin decir, por ejemplo: no te quejes, que tú te lo has buscado). No siempre lo conseguía, pero lo intentaba. También me daba cuenta de que no era amor hacerle ver que todo iba estupendamente sin él, como si no hiciera falta para nada (lo que está muy de moda ahora en la sociedad: todos autosuficientes, sobre todo las mujeres para no estar «sometidas») sino que viera que le echábamos de menos, pero sin que esto fuera una carga excesiva para él y. por supuesto, manifestar alegría porque, gracias a este nuevo trabajo, teníamos mayores ingresos.

Al tiempo de estar separados, vimos que era mejor que nos fuéramos todos con él (los dos hijos que quedaban en casa y yo) y, aunque me resultó bastante difícil salir de mi zona de comfort, empezar en una ciudad nueva, trabajar en un instituto nuevo (después de llevar 25 años en el mismo), etc, la experiencia ha sido preciosa para todos. Nuestros hijos han ampliado sus horizontes y a nosotros nos ha hecho rejuvenecer como pareja (¡en algunos momentos nos hemos sentido como recién casados!) y a la vez madurar en nuestra relación. 

Realmente, lo que aparentemente era una oportunidad profesional para Diego, se ha convertido en una ocasión para el crecimiento para toda la familia.

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