El amor lo disculpa todo

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El papa Francisco propuso el Año Familia Amoris Laetitia, que se inauguró el 19 de marzo de 2021 y se clausurará el 26 de junio de 2022 con la celebración del X Encuentro Mundial de las Familias en Roma. Este año se enmarca en el quinto aniversario de la publicación de la exhortación apostólica Amoris laetitia y, desde la Delegación de Pastoral Familiar, os animamos a profundizar en ella con las pinceladas y testimonios que iremos publicando en los próximos meses.

Toda la información del Año Amoris Laetitia y más testimonios en la web pastoralfamiliar.diocesismalaga.es

Amoris laetitia

“Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen.  Tampoco es la ingenuidad de quien pretende no ver las dificultades y los puntos débiles del otro, sino la amplitud de miras de quien coloca esas debilidades y errores en su contexto. Recuerda que esos defectos son sólo una parte, no son la totalidad del ser del otro. Se puede aceptar con sencillez que todos somos  una compleja combinación de luces y de sombras. El otro no es solo eso que a mí me molesta. Es mucho más que eso. Por la misma razón, no le exijo que su amor sea perfecto para valorarlo. Me ama como es y como puede, con sus límites, pero que su amor sea imperfecto no significa que sea falso o que no sea real. Es real, pero limitado y terreno” (AL 111-113).

Testimonio

Soy Maripaz, de Granada, y estoy separada. Voy a hablaros de la “dis-culpa”, aunque a mí me gusta más hablar de perdón, porque cuando hay perdón ya no hay culpa, y es que esto ha sido el motor que ha movido mi vida desde mi separación; me ha servido para transformar el dolor en amor y el “abandono” en amor recíproco. El perdón empezó a mí misma, por no haber sabido mantener ese matrimonio que con tanta ilusión había emprendido, perdón por no haber sabido aceptar tantas cosas en mi marido de las cuales yo misma carecía o tenía multiplicadas; y cuando comencé a entender todo esto, con mis limitaciones y carácter, comencé a verle a él con ojos nuevos, con todas sus virtudes y vulnerabilidad. El resultado de todo esto fue el amor recíproco; lo que inicialmente fue resentimiento y dolor por ambas partes, culpándonos el uno al otro terminó, convirtiéndose en dis-culpa, poniéndonos uno en el lugar del otro y ante nuestras hijas solo referirnos a la otra parte para resaltar lo bueno. Aunque esto se vea muy bonito, ha sido un largo trabajo, pero a la vez, ha sido el secreto de que hoy por hoy seamos una familia, aunque no vivamos juntos y nuestras hijas hayan crecido sabiendo las limitaciones y debilidades de cada uno; es ahora cuando somos familia, ya que cuando él viene a casa intentamos ser y dar lo mejor de cada uno. Hay mucha gente que no quiere perdonar porque piensa que se traiciona a sí misma o es dar la razón al otro; pero he aprendido que es todo lo contrario, perdono para sentirme bien yo; esto no es egoísmo, es protección y amarme a mí misma para poder amar; disculpar, implica quitar la culpa, pero no al acto; lo que está mal, está mal. Pero sí a la persona, por eso me gusta más la palabra perdón; tampoco implica restablecer la relación en el sentido de volver a intimar con quien te hizo tanto daño; ni olvidar, ya que si se olvida se puede caer en el mismo dolor; sin embargo, es, en definitiva, ver al otro con ojos nuevos; y esto es fruto del amor que todo lo dis-culpa como nos dice San Pablo.

Como experiencia práctica os puedo comentar que, a los pocos días de separarnos, llamó mi marido por teléfono y empezamos a discutir de nuevo; al colgar, mi hija de 9 años me dijo: “mamá ¿es que vais a seguir así?” Aquello para mí fue como tropezar de golpe con la realidad; si habíamos decidido separarnos y dar ese paso tan doloroso, no era para continuar igual, sino que teníamos que aprender a ser felices de otra manera, y esta ha sido mi premisa durante todos estos años. Nunca más hemos vuelto a discutir. Han pasado 14 años, no ha sido fácil, pero el amor todo lo puede.

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