El recorrido misionero por el desierto va llegando a sus últimos días para José Francisco y Antonio (seminaristas), Daniel (diácono) y Juan Manuel (rector del Seminario Diocesano). En este día visitaron el cementerio de migrantes de la ciudad. Así nos lo cuentan en su crónica.
20 de julio. «Seguimos conociendo la actividad parroquial en Dajla. Pierre y Clarisse, dos trabajadores de Cáritas, nos han ayudado a conocer mejor la labor que la Iglesia hace por los más vulnerables. Como en El Aaiún, la principal labor de Cáritas es la atención de los migrantes, que en los últimos años han crecido en número en esta zona», explica José Francisco Fernández.
Y es que Cáritas es «la única institución en toda la ciudad que presta ayuda a estas personas. De hecho, quien llega a Dajla sabe que en la Iglesia puede encontrar ayuda. Aquí acuden desde prácticamente toda el África subsahariana, aunque principalmente desde países como Senegal, Costa de Marfil o Guinea. En Cáritas les escuchan, intentan ver cuáles son sus necesidades y cómo pueden ayudarles, sobre todo con la atención que requieren las mujeres migrantes que, en muchos casos, llegan embarazadas o con hijos a cargo y se encuentran en situación de gran vulnerabilidad», les explicaron desde la parroquia.
El momento más impactante del día llegó de la mano del misionero oblato Mario León que «nos llevó a conocer el cementerio de migrantes de la ciudad. La escena que descubrímos nos dejó sin palabras. Decenas de tumbas en mitad de un descampado, entre basuras y escombros, y sin nada que identificase a los allí enterrados más que unos números. Pudimos rezar un responso por todos ellos», recuerda José Francisco.
De regreso a la parroquia, dedicaron un tiempo a la oración y la Adoración Eucarística con algunos miembros de la comunidad parroquial, «con meditaciones basadas en la espiritualidad de Carlos de Foucauld, que tanta huello dejó en la Iglesia de este lugar y en el diálogo interreligioso», concluye nuestro seminarista.
