Conocer a «Bouh» y la labor que realiza en el cuidado de niños con necesidades especiales será un recuerdo imborrable de esta experiencia misionera para los seminaristas Antonio del Río y José Francisco Fernández, el diácono Daniel Gutiérrez y el rector del Seminario Diocesano Juan Manuel Ortiz Palomo.
18 de julio. «Hoy hemos tenido la suerte de conocer un lugar muy especial, en el que se cuida de los niños con necesidades especiales, se trata de la Asociación Dajla de Discapacitados ADD. Su fundador «Bouh», el nombre por el que todos le conocen, nos recibió con los brazos abiertos. Mientras nos enseñaba las instalaciones nos contó cómo trabajan con estos chicos: les ofrecen rehabilitación y terapias específicas para mejorar su autonomía y calidad de vida», así comienza el relato de la crónica del día, por Antonio del Río.
Y es que la historia de este lugar «ha sido una lucha constante: en primer lugar, en lo personal, ya que Bouh tiene también una discapacidad desde niño y, en segundo lugar, por conseguir sacar adelante este proyecto en un lugar donde no existía nada parecido y no tenía nada a su favor, salvo la Iglesia que le apoyó desde el primer momento y con la que tiene una fraterna relación desde siempre aunque él profesa el islam».
En 2019, Bouh protagonizaba una noticia en prensa que recordaba su historia: «El musulmán con discapacidad que salvó la última iglesia española del Sáhara. Semlali Mohamed Fadel lideró el movimiento de 2004 que impidió que el ejército marroquí derribara el recinto religioso. Hoy, la iglesia del Carmen ha revivido gracias a los inmigrantes subsaharianos».
Nuestros peregrinos siguieron conociendo la historia de Bouh también por la tarde, charlando personalmente con él: «vino a visitarnos a la iglesia para, con más tranquilidad, compartir un café y conversación, porque Bouh es historia viva de este pueblo. Sin duda lo destacable es que salvó la Iglesia de Dajla de la piqueta, y gracias a esto sigue viva la presencia cristiana por estos lares. Mucho que agradecerle a este amigo, un ejemplo de alegría, de lucha y encuentro en la fe», explica Antonio.
El día concluyó con la celebración de la Eucaristía y «con un paseo con la fresca, después de cenar, buscando algún recuerdo entre los mercadillos, para llevar a casa», concluye nuestro seminarista.
