
Desde hace poco, la residencia de mayores de Madre Carmen luce una imagen de la fundadora que puede contemplarse desde la puerta. Una vecina del barrio de Parque Mediterráneo escribe su particular vivencia al contemplarla. «Es una imagen cotidiana de Madre Carmen, representada en un conjunto escultórico en el que la Madre acoge a unos niños y un anciano, en el quehacer cotidiano», afirma.
El pasado 8 de mayo de 2025 las religiosas Franciscanas de los Sagrados Corazones pudieron celebrar, junto con los residentes, hermanas, familiares y trabajadores la bendición del grupo escultórico de Madre Carmen. Para conmemorar este día, se celebró una Misa, con especial mención a la labor de Madre Carmen.
Escrito de la vecina del barrio:
«A menudo, me gusta salir a pasear, disfrutar del silencio interior (no tanto exterior) y contemplar la ciudad con otra mirada, ausente de prisas y de ruidos.
Trato de hacer del tiempo de paseo un paseo interior, donde poder descubrir esa otra dimensión, “oculta” inicialmente a nuestros ojos, pero que se materializa cuando nos damos un tiempo sin juicios, ni los pensamientos intrusivos que, a veces, nos agitan y alteran la realidad.
Me gusta pasear, contemplar el mar, disfrutar del sol y del viento. Y me gusta descubrir la vida de las personas que me cruzo en el camino, hacer una oración con ellos y por ellos, tratando de imaginar historias y vidas detrás de cada rostro.
Estos días paseando por una de las avenidas de Málaga, la calle Frigiliana, he podido contemplar una imagen de Madre Carmen dentro del jardín de la Residencia de ancianos que allí se ubica.
A menudo me encuentro con mujeres que, pensando que nadie las ve, cogen flores y hacen ramilletes… Me evocan a las niñas que fueron antaño, llevando flores a María en un mes de mayo…
Siempre que paso por delante de la residencia, me brota una oración por todos los residentes que allí viven: por sus necesidades, por sus familias, por las diferentes situaciones que viven, a veces, una elección personal de ir a una residencia; en ocasiones, por la imposibilidad de la atención de los hijos que buscan en una residencia la acogida, el trato y la atención que ellos actualmente no les pueden ofrecer. También rezo por tantos que se sienten solos y excluidos…
Desde hace un par de semanas, cuando paso por delante de la Residencia no solo yo contemplo las “historias” que detrás de cada ventana se intuyen…
Ahora, percibo que alguien también me mira y acompaña mi paso, mi camino, mi vida.
Es una imagen cotidiana de Madre Carmen, representada en un conjunto escultórico en el que la Madre acoge a unos niños y un anciano, en el quehacer cotidiano… Sus rostros reflejan alegría y serenidad. Agradezco que esa nueva presencia, “casi oculta”, ahora vela y mira a cada persona que sin ser consciente pasa por delante de la verja, sin saber que es observada.
Me gusta pensar, que la mirada de Madre Carmen acompaña a cuantos nos acercamos por ese paseo y le presenta al Señor tantas necesidades, vidas y realidades que se nos escapan.
Ahora he percibido que esas mujeres que cogen flores para hacer su ramillete también se paran ante la imagen y, apoyando su rostro entre los barrotes de la verja, en silencio o balbuceando, expresan una oración, un deseo, una petición, algo que agradecer por la familia, por ese hijo que se fue a trabajar lejos, por esa vecina que pasa momentos de dificultad, por los exámenes de su nieta, por el trabajo que desea su sobrino…
Cada día que salgo a pasear, me acerco a la verja, y también dejo mi oración. Silenciosa, a veces; solo una mirada o un deseo… y una breve expresión: ¡Madre, tu lo sabes. Preséntaselo a Nuestro Señor!»
Eva García Navarro, una vecina del barrio