«Como cristianos, nos preocupa el peligro de fractura social»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

El pasado sábado -víspera de la Jornada Mundial de las Migraciones- se celebró una vigilia de oración en la Iglesia de San Juan. Tras el encuentro en la parroquia, los participantes se dirigieron con velas encendidas hasta la plaza de la Constitución, donde el delegado de Migraciones, Ramón Muñoz, leyó el comunicado que sigue a continuación.

Delegación de Migraciones. Diócesis de Málaga.

Comunicado Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014

«La Iglesia celebra este fin de semana la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Una celebración que nos invita a los cristianos a seguir acompañando a las personas emigrantes, compartiendo sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias, acogiendo sus dones y ofreciéndoles el amor y el dinamismo liberador que nacen de Jesucristo y de su Evangelio.

La realidad de las migraciones pide ser afrontada y gestionada de un modo nuevo, equitativo y eficaz, que exige un espíritu de profunda solidaridad y compasión. Los emigrantes y refugiados no pueden ser tratados como meros peones sobre el tablero de la humanidad. Creyentes y no creyentes hemos de contribuir a que otros valores rijan las relaciones sociales y la economía entre naciones, de modo que se haga posible la equitativa distribución de los bienes de la tierra, la tutela y la promoción de la dignidad y la centralidad de todo ser humano.

La puesta en práctica de estos valores humanos y éticos en el orden social y económico se hacen especialmente necesarios en el momento actual que vive nuestro país, cuando aumentan escandalosamente las diferencias entre ricos y pobres, y la supuesta recuperación económica se produce a costa del sufrimiento y de la pérdida de derechos sociales de los más débiles, muchos de ellos personas inmigrantes.

Como cristianos, nos preocupa el peligro de fractura social que se está produciendo en nuestra sociedad. En especial, la criminalización e inculpación de la situación de crisis sobre las personas extranjeras. Crecen el racismo y la xenofobia, alentados por medios de comunicación que difunden visiones falsas y simplistas que culpabilizan al inmigrante y promueven que lo percibamos como una amenaza.

Es necesario recordar la contribución que han tenido y siguen teniendo las personas inmigrantes en el desarrollo de nuestro país (a nivel humano, cultural y económico), así como la corresponsabilidad que nuestra sociedad, gobiernos y empresas tienen en las situaciones de miseria de otros pueblos.

Denunciamos que medidas como la colocación de cuchillas en la valla de Melilla, no sólo van en contra de los más elementales derechos humanos, sino que fomentan esa visión injusta y falsa del emigrante como «enemigo» del que hemos de defendernos. La cuestión migratoria hemos de situarla teniendo en cuenta la responsabilidad europea en la situación de pobreza africana, y la falta de coraje de las autoridades de la Unión Europea en afrontar una política migratoria en claves de dignidad humana y justicia social.

La Doctrina Social de la Iglesia nos anima a trabajar con determinación firme y perseverante por promover el bien común. Pues nuestra fe nos exige que, en colaboración con todas las personas de buena voluntad, promovamos un desarrollo auténtico e integral, y trabajemos para construir una sociedad digna del hombre.

No hay cuchillas que puedan intimidar más que el hambre y la miseria. Los emigrantes y refugiados son hermanos y hermanas que deben ser acogidos, respetados y amados. Como nos recuerda el papa Francisco, estamos llamados a ser el Pueblo de Dios que abraza a todos los pueblos, y lleva a todos los pueblos el anuncio del Evangelio, porque en el rostro de cada persona está impreso el rostro de Cristo.

Frente a la globalización de la indiferencia, reafirmamos nuestra voluntad de contribuir a la construcción de una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más evangélica».

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