La Hna. Ana Belén Verísimo García OP, Dominica de la Anunciata, ayuda a profundizar en el Evangelio del día (Jn 7, 1-2. 10. 25-30).
Crece la sensación de peligro
Así nos lo narra el evangelio de san Juan: “recorría Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo”; “subió Él también, no abiertamente, si no a escondidas”.
El peligro se percibía y sentía, la “hora” se iba aproximando.
Jesús ya experimenta que corre peligro como consecuencia de su vida y de su predicación. Si se tratase sólo de enseñanzas que no fuesen acompañadas por el compromiso cotidiano, sería considerado un charlatán entre tantos charlatanes. Sin embargo, su vida, su liderazgo y su “llegar” hasta lo más profundo de cada persona, provocaba un movimiento interior que llevaba a tomar una decisión vital: o con Él o contra Él.
Quienes percibían el manantial de vida que les habitaba en lo más profundo y cómo, en su trato con el Maestro, se adentraban en el misterio de Dios, estaban con Él: ¡qué importaba que fuese de Nazaret, de aquí o de allí!
Quienes se sentían amenazados por su vida y sus palabras, buscaban un mesías milagroso y extraño, de origen desconocido.
Sin embargo, adentrarse en el misterio de Dios es ir descubriendo y experimentando que el dolor y el amor se encuentran y se conforman mutuamente.
Astucia, estrategias y anuncio abierto son dimensiones que Jesús utiliza en este contexto de peligro. Todavía no llegó su “hora”, no está lejos.
Y nosotros… ¿estamos y estaremos con Él? ¿Somos capaces de vivir el conflicto y caminar al lado del Maestro en este camino pascual?
Es en los momentos difíciles, de dolor e incomprensión, de calumnia y falacia, cuando descubrimos si realmente sabemos “en quien hemos puesto nuestra confianza”.
Hoy, la Palabra de Dios nos invita a caminar al lado de Jesús en este momento de nuestra historia, al lado de tantos y tantas que sufren, a caminar asumiendo las consecuencias de conocer a Dios en su misterio, a caminar humildemente con nuestro Dios.